Algunas “leyes” electorales

Tras nueve elecciones generales y unas tres décadas de comicios para elegir al presidente del gobierno de España, podemos encontrar algunas pautas o “leyes” que clarifiquen lo que puede pasar en las décimas, dentro de nueve semanas menos un día. El Diccionario define Ley como “Regla y norma constante e invariable de las cosas, nacida de la causa primera o de las cualidades o condiciones de las mismas”. A quienes nos apasiona el Liderazgo, encontrar posibles leyes en nuestra reciente historia democrática puede ser muy interesante.

La primera “ley” la enuncié ayer en este blog: la situación económica, sea de bonanza o de crisis, no determina quién es el ganador. Los gobiernos han repetido en todo tipo de circunstancias, favorables (1989, 2000) y desfavorables (1993), y ha habido alternancia también en pleno desarrollo (2004), en recuperación (1996) o en recesión (1982). No es tanto la situación económica sino cómo se explica.

La segunda “ley” es la del sucesor: ningún sucesor designado por un Presidente del Gobierno realmente le ha sustituido en el cargo. Leopoldo Calvo-Sotelo, sucesor de Suárez, perdió contra Felipe González en 1982; Joaquín Almunia, sucesor de González, perdió contra Aznar en el 2000; Mariano Rajoy, sucesor de Aznar, perdió contra José Luis Rodríguez Zapatero en 2004. Los tres “sucesores” perdieron estrepitosamente (en 1982 y 2000 hubo mayorías absolutas y en 2004 el partido anteriormente en el gobierno dilapidó la suya). O los presidentes no saben elegir sucesores (escogen buenos segundos) o el pueblo les da la espalda por lo que representan o no se desea ver volver (a través de sus sucesores) a los que ya han estado.

La tercera “ley” es la del optimismo: según Luis Rojas Marcos (en su libro La fuerza del optimismo), entre dos candidatos políticos siempre gana el más optimista. Suárez dimitió, agotado por los enfrentamientos en su propio partido. Felipe se cansó tras 14 años en el poder. Aznar se comprometió a estar 8 años y al final rendía más cuentas “a la historia” (guerra de Irak) que a sus electores. El poder agota.

La cuarta “ley” es la de la edad. Cuando ganó las elecciones de 1979, Adolfo Suárez tenía 47 años (era presidente del gobierno desde los 44). Cuando ganó Felipe González en el 82, 40 años. Cuando ganó Aznar en 1996, 43 años. Cuando ganó José Luis Rodríguez Zapatero, 44 años. Todos los presidentes de gobierno de la democracia han jurado su cargo con menos de 45 años (excepto Leopoldo Calvo-Sotelo Bustelo, que no fue elegido; tenía 56 años en el 82). Parece que la ciudadanía se resiste a votar como nuevo presidente de gobierno a alguien con más edad. Rajoy cumplirá en el 27 de marzo de 2008 53 años. Me imagino que esta ley no aplica a las féminas (“las damas no tienen edad”). Michelle Bachelet ganó la presidencia de Chile con 55 años, Ángela Merkel se convirtió en canciller con 51, Cristina Fernández de Kirchner se convirtió en presidenta de Argentina con 54, Margaret Thatcher también a los 54 y Golda Meir, primera ministra de Israel a los 71 años.

La quinta “ley” es la del CIS: los candidatos perdedores se dejan llevar por los datos del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). Los ganadores, por su propio CIS: Convicciones, Ilusiones, Solidaridad (las clásicas virtudes de Fe, Esperanza y Caridad actualizadas). En eso consiste el Liderazgo: en el “Puedo prometer y prometo” de Suárez en el 79, “Por el Cambio” de Felipe González en el 82, “Con la nueva mayoría” de Aznar en el 96 y “Merecemos una España mejor” de ZP en 2004.

La sexta “ley” es la de captar el centro. Es donde se encuentran la mayor parte de los indecisos en un sistema bipartidista. Me refiero a la moderación, entre los reaccionarios y los revolucionarios. En la alternancia de la UCD al PSOE del 82, Felipe González obtuvo más de diez millones de votos (202 diputados). En 1996, José María Aznar (que celebró ese año el XII Congreso del PP con el lema “Gana el Centro”) obtuvo mayoría simple, pactando para gobernar con CiU, PNV y Coalición Canaria. En 2004, José Luis Rodríguez Zapatero para su investidura obtuvo el voto favorable de todos los partidos, excepto el PP que votó en contra y CiU, PNV y Nafarroa Bai que se abstuvieron. Excepto en el 82, con una UCD en descomposición, las alternancias han sido fruto de mayorías simples.

La séptima ley es la de movilizar a la juventud. El 9 de marzo de 2008 votan por primera vez 1.700.000 jóvenes. La juventud fue la punta de lanza a favor de Suárez en 1979, de González en el 82 y de Aznar en el 96. El 14-M de 2004 se calcula que se movilizó a favor de ZP un 8% del electorado a causa de los atentados de Atocha. Parece que ni las políticas sociales de los últimos cuatro años ni la política de confrontación de la oposición les afectan mucho. Movilizar a los jóvenes es lo que está haciendo Barack Obama en las primarias de Estados Unidos, con excelentes resultados en Iowa.
En fin, estas son, de momento, las reglas de nuestra joven democracia. Recordemos aquel pensamiento de Don José Ortega y Gassaet, “El hombre no tiene propiamente naturaleza, sino historia".