El mejor marino de de la historia

En el vuelo de hoy he releído Álvaro de Bazán. El mejor marino de Felipe II, de Martín Hernández-Palacios. Martín, que desde hace una década es el director general de la escuela de negocios Aliter, ha realizado una magnífica obra sobre el mejor marino de la historia, que no sufrió derrota alguna en combate, y del que no había biografía desde 1946.

Álvaro de Bazán, que sirvió a los reyes Carlos V y Felipe II, tuvo como tutor a Pedro González de Simancas y sobre todo a su padre, Álvaro de Bazán “el viejo”, también insigne marino. Las primeras hazañas de nuestro héroe, con tan solo 17 años, se libran en la batalla de Muros contra los franceses, una victoria sin paliativos. Después acompañó al hijo del emperador (el futuro Felipe II) a su boda en Inglaterra con María Tudor (1544). Felipe II le encargó posteriormente garantizar la seguridad de las costas cantábricas desde Laredo y de las costas canarias (1555). Durante el año 1558 protegió a los navíos que regresaban de las Indias. Alrededor de 1562, Álvaro de Bazán comienza a construir un palacio para su recreo en El Viso del Marqués (Ciudad Real). Se casó con Juana de Zúñiga, con quien tuvo cuatro hijos y con María Manuela de Benavides, con quien tuvo siete más.

Luchó contra los piratas berberiscos en Tetuán (1565), liberó la isla de Malta asediada por los turcos ese mismo año. En 1568, el rey designó a Bazán Capitán General de las galeras de Nápoles, para limpiar de piratas las costas italianas. Un año más tarde, es nombrado Marqués de Santa Cruz. Participó activamente en la guerra de los moriscos (1569), en Lepanto (7 de octubre de 1571), en la unificación de España y Portugal (1580), en la conquista de las Islas Azores (1581) y en la preparación de la empresa de Inglaterra (1588). Enfermó y falleció el 9 de febrero de ese año. ¿Qué habría pasado si Álvaro de Bazán hubiese liderado a la “Ármada invencible”? No está de más recordar que este insigne marino jamás sufrió una derrota.

Gracias, Martín, por esta biografía de quien Cervantes llamó “padre de los soldados”. Hugo O’Donnell escribió sobre él: “…valor, lealtad, obediencia, don de mando, abnegación, generosidad…” Y al invicto Marqués de Santa Cruz, Góngora le dedicó este soneto:
”No en bronces que caducan, mortal mano
¡Oh católico sol de los bazanes,
Que ya entre los gloriosos capitanes,
Eres deidad armada, Marte humano!,
Esculpirá tus hechos, si no en vano,
Cuando escribir aspira a tus afanes
Y bien los reportados tafetanes
Del turco, del inglés, del lusitano
En un mar de tus velas coronado,
De tus remos el otro envanecido.
Tablas serán de cosas tan extrañas
De la inmortalidad el no cansado
Pincel las logre y sean tus hazañas
Alma del tiempo, espada del olvido.”

¡Qué gran película podría hacerse de la vida de Álvaro de Bazán!