Humanidad, "amarilla"

Ayer fui a ver La banda nos visita, un film israelí que ha ganado ocho premios de la academia de cine de su país, entre ellos el de mejor película, un premio en Cannes y el premio al mejor guión y a la mejor dirección novel en el Festival de Valladolid. Su argumento es el siguiente: la orquesta ceremonial de la policía de Alejandría (que consta de ocho miembros, incluido su director) es invitada a Israel a participar en un festival de música árabe. En el aeropuerto, nadie les recoge y por confusión de nombres, acaban en el desierto del Negev donde han de pasar la noche.

La crítica ha dicho: “La ópera prima de Eran Korilin ya ha conseguido muchos premios, pero el premio más importante que ya ha cosechado es el dar al espectador algo en qué pensar y una historia de la que disfrutar”. Me ha parecido una película muy humana, porque nos muestra que todas las personas, incluso en las más duras condiciones, tienen algo que aportarnos. El guión es muy cuidado; aprovecha exquisitamente los silencios. El contraste entre la actitud del director (todo un caballero), de alguno de sus músicos y de los hospitalarios habitantes parroquianos es deliciosa. Y la música de Habib Shadah, exquisita, nos sumerge sutilmente en la historia. Muy recomendable.

Por otro lado, hace días que quería comentar El mundo amarillo, de Albert Espinosa, subtitulado “si crees en los sueños, ellos se crearán”. Este barcelonés de 35 años, ingeniero industrial, es guionista, actor y director. A los 14 años le diagnosticaron cáncer (un osteosarcoma en la pierna izquierda). Le cortaron una pierna y extirparon un pulmón y parte del hígado. A los 24, le declararon “curado”. En este libro nos cuenta su filosofía de la vida, de la que podemos aprender muchísimo.

“Me gusta la palabra cáncer. Hasta me gusta la palabra tumor (…) Creo que, hasta que no la dices, que no la haces parte de tu vida, difícilmente puedes aceptar lo que tienes”, escribe. Para él, el mundo amarillo es el mundo en el que realmente estamos, no el creado por el cine. “Te enseñan cómo es el amor, y luego te enamoras y no es como en las películas. Te enseñan cómo es el sexo y tampoco se parece al de las películas”. El autor utiliza el poema Autobiografía de Gabriel Celaya, para guiarnos por sus “descubrimientos para convertir tu mundo en amarillo (lecciones del cáncer aplicadas a la vida). De ellas, destacaría:
- Las pérdidas son positivas (hay que aceptarlas y celebrarlas). Cualquier pérdida es una ganancia.
- No existe la palabra dolor. Dolor y miedo no tienen ningún valor práctico.
- Las energías que aparecen a los 30 minutos son las que solucionan el problema (paciencia)
- Haz cinco buenas preguntas al día
- Muéstrame cómo andas y te diré cómo ríes
- Lleva un “historial vital”
- Hay que saber decir no en esta vida
- Lo que más ocultas es lo que más muestra de ti
- No temas ser la persona en la que te has convertido.
- Encuentra lo que te gusta mirar y míralo
- Escúchate enfadado
- Lo difícil no es aceptar cómo es uno, sino cómo es el resto de la gente
- Hiberna 20 minutos
- Busca a tus compañeros de hospital fuera de él
- Para saber si quieres a alguien, cierra los ojos

¿Por qué amarillo? “Siempre se aprende algo que va tres pasos o tres kilómetros por delante del resto; siempre hay un Induráin o un Borg; siempre hay alguien o algo que marque las diferencias”. Por tanto, los amarillos son los que marcan la pauta. Los líderes.

Pero además, Albert Espinosa define amarillo como “aquella persona que es especial en tu vida. Los amarillos se encuentran entre los amigos y los amores. No es necesario verlos a menudo o mantener contacto con ellos. La forma de relacionarse con ellos es el cariño, la caricia y el abrazo. Consigue privilegios que antes estaban en posesión sólo de la pareja”. Para el autor, cada uno de nosotros tiene 23 amarillos, y no es fruto de la casualidad. La marca amarilla es la belleza, pero una belleza muy especial, íntegra.

Albert es un humanista, como queda probado en sus ideas, y sobre todo en su concepto de la muerte. “Muere. Cuando sea, cuando toque. No busques la muerte pero no le tengas miedo. El cáncer hizo que me muchas veces tropezara con la muerte, que me la encontrara de frente. Y olvida tus miedos: perder a tu gente, perder tus cosas, perder lo que eres. En realidad, no pierdes nada. Absolutamente nada. Créeme, aparta el miedo, aparta el pavor y mira a la palabra muerte de tú a tú. Visualízala, tan sólo eso”. Quien es capaz de vivir tan intensamente como Albert Espinosa sabe bien cómo es el bien morir.

Tenemos, además de este primer libro, sus guiones: Planta 4ª, Va a ser que nadie es perfecto, Tu vida en 65’ y No me pidas que te bese porque te besaré. Gracias, Albert, por tus contribuciones para hacer de este mundo un lugar mejor.