Creadores

He disfrutado de la lectura de Creadores, de Paul Johnson.

Paul Johnson nació en Gran Bretaña en 1928. Periodista, durante seis años fue jefe de redacción de The New Stateman. Actualmente colabora en the Spectator y tiene una columna mensual en Forbes. Como escritor, ha publicado El nacimiento del mundo moderno, Historia del cristianismo, Intelectuales, Historia de los judíos y Al diablo con Picasso.

Si en Intelectuales (1988) los definía como ”aquellos que piensan que las ideas son más importantes que las personas”, en Creadores (2006) analiza a una serie de artistas de excepcional originalidad. Si vive (tiene 80 años), Johnson cerrará la trilogía con Hérores, “aquellos que han enriquecido la historia por sus carreras o sus actos de conspicuo valor y liderazgo”.

El autor elige la vida y obra de los anglosajones Chaucer, Shakespeare, Turner, Jane Austen, Mark Twain y Walt Disney, los franceses Víctor Hugo o Dior, los alemanes Durero y Bach, los españoles Balenciaga y Picasso, el japonés Hokusai, además del quinteto de principales arquitectos del mundo angloparlante: sir Christopher Wren, Pugin, Louis Sullivan, sir Edwin Lutyens y Frank Lloyd Wright. “Según mi experiencia, el acto de la creación está más cerca de cualquier otra actividad de servir como un remedio soberano para las enfermedades de la existencia”. Estoy plenamente de acuerdo.

Obviamente, creatividad no es sinónimo de comercialización. Johnson nos recuerda que Picasso fue comercialmente el artista más exitoso de todos los tiempos y a su muerte, en 1973, su patrimonio (deliberadamente subvaluado por razones fiscales) se calculó en 280 millones de dólares. Por el contrario, la viuda de Johan Sebatian Bach o la hermana de Mozart murieron en la pobreza. “Estos hombres eran creadores en una escala colosal y constantemente produjeron obras de la más alta calidad. Pero no pudieron conseguir seguridad para sus familias.”

De Geoffrey Chaucer (1342-1400) destaca que ha sido quizá el espíritu más creativo de la literatura en inglés. Es el que crea su literatura. Antes de él, la aristocracia inglesa hablaba en francés y latín. Desde 1963, el Lord Canciller inauguraba el Parlamento en inglés. Durero, como casi todos los creativos que muestra el libro, fue muy prolijo: su producción incluyó 346 xilografías y 105 grabados, decenas de retratos, varias enormes piezas de altar, aguafuertes y puntas secas y 970 dibujos supervivientes (de muchos miles). Shakespeare es la personalidad más creativa de la historia humana: 39 obras de teatro que han sobrevivido, traducidas a todas las lenguas conocidas, transformadas en más de 200 óperas y más de 300 películas. “Como Chaucer, Shakespeare toma a los seres humanos como los encuentra, imperfectos, inseguros, débiles y falibles o testarudos y necios, a menudo, desesperados, pero siempre interesantes, muchas veces queribles o conmovedores”. De Bach destaca su alcance enciclopédico, que no fue cuestión de visión o de vanagloria, sino de trabajo: más de 200 cantatas para iglesia, 35 cantatas seculares, 5 misas, 6 pasiones, 8 motetes, 253 corales y cantos sagrados, 260 obras para órgano, 200 obras para otros instrumentos, 7 para laúd, 40 obras de cámara y 25 de orquesta y una docena de estudios sobre música canónica y contrapunto (conservamos de Bach unas 1.200 obras de as 1.700 que podría haber escrito). Turner también trabajó todos los días y era un pintor asombrosamente rápido: nos ha legado más de 1.000 pinturas al óleo y unos 20.000 dibujos y acuarelas. A Víctor Hugo le llama “el genio sin cerebro”: desde los 13 a los 83 años publicó unos 10 millones de palabras: 9 novelas (entre ellas, Nuestra Señora de París o Los miserables), teatro, ensayo, poesía.

“Es esclarecedor comparar a Dickens con Víctor Hugo. Dickens es el equivalente más cercano entre los ingleses: un romántico incansable, de imaginación fértil, amante de las historias extrañas y brillante para contarlas; un escritor descriptivo con pura genialidad, con respuesta para todo; un amante de los misterios, recovecos antiguos y peculiaridades humanas. Aún así, ¡qué diferencia! Es la diferencia entre Francia e Inglaterra. (…) Ambos hombres eran creadores de enormes proporciones, pero en los demás aspectos diferían. Hugo era un orador grandilocuente y un político acalorado que se sentó en el Parlamento durante tres regímenes mientras que Dickens rechazaba de plano las reiteradas invitaciones para entrar en la Cámara de los Comunes y limitaba sus actividades públicas a proyectos realistas, como administrar un hogar para mujeres perdidas y enviarlas a Australia. Ahí donde Hugo era mezquino y ruín, Dickens era profuso y generoso. (…) Hugo se manifestaba a gritos contra la injusticia en general, pero Dickens realmente trabajaba con empeño para remediarla en casos concretos. (…) mientras que al familiarizarnos con las obras y la vida de Dickens, éste se gana nuestra simpatía, el mismo proceso hace que rechacemos a Víctor Hugo una y otra vez”.

Johnson contrapone a Cristóbal Balenciaga (1895-1972) a Christian Dior (1905-1957), el diseñador del primer desfile de posguerra. Y Picasso (1881-1973) a Walt Disney (1901-1966). Picasso es el mayor pintor del siglo XX, y Disney representa el nuevo mundo y el cine. Sobre Picasso, “me parece que su crueldad personal y el salvajismo evidente de mucho de su trabajo (tan diferente del salvajismo indignado de Goya) surgieron de un malestar profundo del alma, que empeoró constantemente y terminó en la desesperación.” Para el autor del libro, el artista malagueño es un claro ejemplo de que la creación, la fama y la fortuna no traen necesariamente la felicidad.

“la creación es un asunto maravilloso, y las personas que crean en los niveles más altos llevan una vida privilegiada, no importa lo ardua y difícil que pueda ser. Una vida interesante, además, llena de aspectos peculiares y de extrañas satisfacciones”, nos enseña Paul Jonson. Una gran lección.
A todo esto, mi amigo José Mari Ulazia me ha llamado porque precisamente este pasado fin de semana ha subido al Gorbea y le había encantado la "causalidad" del texto de ayer en este blog. Vamos a subirlo juntos en cuanto sea posible. ¡Qué cosas tiene la vida!