Sensación de urgencia

Jornada en la ciudad condal, trabajando con una de las empresas más dinámicas de nuestro país. Primero, sesión inicial de coaching estratégico con uno de los miembros del Comité de Dirección. Después, reunión con el Director General de la compañía para que me relate en primera persona cómo ve la situación y cuáles son sus prioridades en estos momentos.

En el vuelo Madrid-Barcelona, he terminado A sense of urgency (Sentido de urgencia) del gurú del Liderazgo John P. Kotter. Autor de 15 libros, Kotter es el profesor de liderazgo en Harvard. Entre sus best-sellers, Liderando el Cambio (1996), El corazón del cambio (2002) y Nuestro iceberg se derrite (2006). Cuando Kotter se expresa -por ejemplo, en forma de libro-, hay que escucharle/leerle.

En esta Sensación de urgencia, Kotter nos recuerda que más del 70% de las iniciativas de cambio fracasan y apenas el 10% supera las expectativas inicialmente previstas. En ambos casos (de derrota y éxito), las emociones juegan un papel preponderante. ¿Cuál es el mayor error en la gestión del cambio? No crear la suficiente sensación de urgencia. El éxito genera complacencia. Además, existe una falsa sensación de urgencia (ansiedad, enfado, frustración), que no es precisamente la determinación por ganar.

Se trata de jugar a ganar, no a no perder. De avistar y aprovechar oportunidades. “La verdadera urgencia no es el producto de éxitos históricos o fallos presentes sino el resultado de las personas, a todos los niveles, que proveen del liderazgo necesario para crear y re-crear este activo tan importante”.

Según el diccionario, la complacencia es “el sentimiento de contento o autosatisfacción, especialmente ligado a la falta de atención a problemas o peligros”. La estrategia es incrementar la urgencia; las cuatro tácticas son:
1. Traer lo de fuera dentro (dejarse de mirar el ombligo)
2. Prestar atención a la urgencia cada día
3. Encontrar oportunidades en las crisis
4. Tratar a los negativos (los NoNos)

“¿Cuál es el mayor enemigo de la urgencia? Una agenda repleta”, responde Kotter. La fatiga mina la verdadera urgencia. Las claves:
a) purgar los proyectos no prioritarios, cancelar los proyectos que distraen, delegar a tope, no permitir que los colaboradores te deleguen a ti.
b) moverse con rapidez: responder inmediatamente, nunca finalizar las reuniones sin responsables ni plan de acción
c) hablar con pasión: utilizar las emociones positivas
d) equilibrar las palabras con los hechos (explotar oportunidades)
e) hacer que todos lo vean (visibilidad)

¿Crear una crisis para alentar la urgencia? Hay 4 peligros posibles:
1. Asumir qua las crisis inevitablemente crearán la sensación de urgencia necesaria para un mejor rendimiento.
2. Establecer una estrategia que genera ira porque las personas se sientan manipuladas.
3. Esperar sentado pacientemente a una crisis (que tal vez no venga nunca)
4. Las crisis pueden llevar al desastre.

Respeto al trato con las negativas (que son cualitativamente distintas a las sanamente escépticas), no conviene ignorarlas. Hay tres opciones: distraerles activamente, desvincularles de la organización o permitir que las fuerzas sociales los reduzcan o paren.

Para cultivar una cultura de urgencia, Kotter nos propone anticipar caídas en la sensación de urgencia, planificar soluciones, utilizar tácticas que eleven la urgencia y trabajar en valores culturales relativos a la sensación de urgencia.

Ejemplo práctico: la destitución de Bernd Schuster como entrenador del Real Madrid. Después de ganar dos ligas consecutivas y una supercopa, el club blanco decidió no fichar nuevos jugadores (excepto Van der Vaart) y seguir igual, apelando a la heróica. Numerosos lesionados, falta de un esquema de juego, desánimo... y el eterno rival jugando de maravilla. Cuando el técnico expresó su sentir (“ganar en el Nou Camp, dadas las circunstancias, es prácticamente imposible”) fue fulminado. No hubo sensación de urgencia y a partir del sábado, si gana el Barça y se pone doce puntos arriba, puede ser demasiado tarde para el conjunto merengue esta temporada.