Música y emociones

Esta mañana he ido con mi amigo Miguel Ángel a ver Los abrazos rotos. Me ha parecido una película soberbia, admirable (para Miguel Ángel, la mejor de Almodóvar junto con Hable con ella). Sé que las críticas han sido feroces con la última cinta del director manchego, que les ha parecido lenta (para Carlos Boyero, “puro tedio”). Con el debido respecto, creo que quienes así se manifiestan no han “entrado” en la película, que merece una profunda reflexión sobre la ambición, la pasión desbordada, la traición… y, por supuesto, el séptimo arte (incluyendo esos productores que “son hombres de negocios y no artistas”).

Especialmente, la música de Alberto Iglesias, tan apropiada en cada momento. La música muestra y genera emociones. He leído esta tarde Musicofilia. Relatos de la música y el cerebro, del psiquiatra Oliver Sacks (Robin Williams le interpretó en Despertares, con Robert de Niro). En el prefacio, el Dr. Sacks comienza con las siguientes palabras: “Qué curioso resulta ver a toda una especie –miles de millones de personas- interpretando y escuchando pautas tonales que carecen de significado, ocupando y dedicando gran parte de su tiempo a lo que denominan ‘música’”. Sí, la música es fundamental para la vida humana. Charles Darwin escribió en El origen del hombre (y Sacks nos lo recuerda) que “como ni el disfrute de la música ni la capacidad para producir notas musicales son facultades que tengan la menor utilidad para el hombre (…) deben catalogarse entre las más misteriosas con las que está dotado”.

En la primera parte, Poseídos por la música, el Dr. Sacks nos presenta varios casos (reconozco que me suelen aburrir esta especie de “historiales médicos”; sin embargo, este autor escribe especialmente bien) de “musicofilia repentina” (el caso de Tony Cicoria, que “comenzó a oír música en su cabeza”), de “ataques musicales” (Jon S.), de “epilepsia musicogénica”, de “imaginería mental”, de “alucionaciones musicales” (Sheryl C. y otros). Más de 100 páginas de enfermedades neurológicas diversas.

En la segunda, Una musicalidad variada, Oliver Sacks trata la amusia (incapacidad para sentir la música), los savants musicales (como Martin, que se sabe de memoria más de 2.000 óperas) y la sinestesia musical (la relación entre la música y los colores o los sabores). En la tercera parte, Memoria, movimiento y música, el autor conecta la música con la amnesia (“Cuando recordamos una melodía, suena en nuestra mente; cobra vida de nuevo”), comenta la afasia (imposibilidad de hablar y de cantar) y la discinesia (trastorno del movimiento en forma de pulsiones rítmicas), así como el síndrome de Tourette (tics frecuentes) o el ritmo (al parecer, los humanos somos los únicos primates en cuyo cerebro los sistemas motor y auditivo van estrechamente ligados). Y en la cuarta, Emoción, identidad y música, el Dr. Sacks nos habla de los “sueños musicales” (Ravel, Stravinsky, Haendel, Mozart, Chopin, Brahms o Paul McCartney han compuesto en sueños) y los aspectos afectivos de la apreciación musical (“la música apela a las dos partes de nuestra naturaleza: es esencialmente emocional y esencialmente intelectual”). Me ha parecido especialmente interesante su relato sobre el “síndrome de Williams”: personas sociables y curiosas, locuaces y efusivas, que se unen a través de la música y cuentan con un enorme talento musical (afecta a un niño por cada 10.000).

Me ha encantado el último libro de Oliver Sacks. Nos refresca lo importante que es contar con música en nuestras vidas (y no sólo escucharla, sino interpretarla, cantar juntos). He tenido la oportunidad de comprobar que en las sociedades más alegres, como la sudafricana, la dominicana o la china, la música siempre está presente y genera emociones muy positivas.

Por ello, me parece imprescindible para los padres el libro Inteligencia musical, de la psicóloga infantil Mª Luisa Ferrerós. “Durante los tres primeros años de vida, más de 125 millones de neuronas se activan y cada nuevo estímulo resfuerza las conexiones que se establecen entre ellas. Las música, por su carácter multisensorial, se convierte en una poderosa herramienta educativa, pues activa procesos que afectan el conjunto del sistema nervioso y estimula los dos hemisferios cerebrales. Aparte de los innumerables beneficios que aporta al niño en términos de desarrollo intelectual, verbal y motriz, la música refuerza de manera significativa el vínculo afectivo entre padres e hijos”. En el libro se enumeran los principales métodos de estimulación musical y se presenta un breve repaso a la historia de la música. El pack incluye dos CDs: uno de música clásica, con conocidos fragmentos de música de Haendel (el Aleluya de El Mesías), Bach (Tocata y fuga en Re menor), Albinoni (Adagio), Vivaldi (Las cuatro estaciones), Mozart (Sonata para dos pianos), Tchaikovsky( El cascanueces) y Rimsky Korsakov; y otro de música moderna, con Help (Los Beatles), We are the champions (Queen), Like a Virgin (Madonna), Love me tender (Elvis Presley) y Roxanne (Sting). Sumamente didáctico.

¿Cuál es la banda sonora de tu vida? Espero comentarios.