Liderazgo, Equipo, Libertad

Avión de vuelta Bilbao-Madrid, con la satisfacción de la jornada de ayer en el Guggenheim. He acabado de leerme Liderazgo Zero, de Iñaki Piñuel. Ganador del último Premio Everis al mejor ensayo, sucediendo a Liderazgo, Empresa y Deporte, de Leonor Gallardo y un servidor. El libro consta de tres partes (bueno, en realidad, de cuatro). En la primera trata la “psicología de la envidia”: cómo la rivalidad, el resentimiento y la envidia destruyen las relaciones humanas (en una sociedad narcisista, “todos quieren ser el otro”). El profesor Piñuel considera las tres tentaciones del liderazgo: la apariencia, la ambición y el sometimiento. La segunda parte trata del miedo, la indiferencia y el ansia del éxito que conducen al lado oscuro del liderazgo: “Silencio, se tiembla”. La tercera parte es, precisamente, la que trata el lado oscuro del liderazgo (“de la dimisión ética interior a la psicopatía directiva”). Y en la cuarta, el epílogo, nos propone el cambio reconociendo que somos miméticos (“somos el deseo del otro”); nuestro resentimiento (envidioso), la inocencia de nuestros chivos expiatorios, nuestra indiferencia ante los demás como participación en la violencia y que los violentos activa o pasivamente son víctimas del desconocimiento y de la ceguera mimética.

Aprecio mucho las aportaciones de Iñaki Piñuel (muy interesantes los “20 signos” para detectar a los directivos narcisistas, paranoides, psicópatas, por ejemplo), respecto al “lado oscuro” de la naturaleza humana (él, como un servidor, es partidario de las tesis de Phillip Zimbardo y de Hannah Arendt sobre la banalidad del mal), si bien considero que este comportamiento tóxico no es ejemplo de liderazgo, sino de lo contrario. De poder formal, de jefatura, de imposición, de falta de humanidad. Iñaki inicia su galardonado libro con las palabras del Evangelio de San Mateo: “No podéis servir a Dios y al poder”. Un servidor sigue creyendo en un aspecto del poder como servicio a los demás, como entrega, como influencia honesta y positiva. Y por él seguiré luchando.

Mañana de oficina (una reunión comercial interna muy útil) y por la tarde, clase sobre Cómo se forja un equipo de alto rendimiento en el MBA Executive de la Escuela de Negocios CEU. Hemos distinguido los equipos de sus sucedáneos y nos hemos adentrado en las claves de un Equipo de verdad, aplicándolas a la propia clase. Lo he pasado genial. Mañana, la segunda parte.

A las 7.15 me he ido a ver en el Cine Cité Manoteras Radio encubierta (traducción poco feliz de “The boat that rocked”). Trata el caso de las radios piratas que ponían rock and roll en la Gran Bretaña de 1966. Un equipo de ocho DJs chalados y maravillosos vive en un barco en el Mar del Norte y emite Rock Radio 24 horas. La mitad de la población británica prefiere escuchar rock a cualquier otra cosa. El gobierno (representado por Kenneth Branagh en el papel de ministro de ¿cultura?) hace lo posible y lo imposible por impedírselo. Escrita y dirigida por Richard Curtis (guionista de Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill, las dos Bridget Jones y director de Love actually), me ha parecido deliciosa. La crítica la ha puesto de vuelta y media (dura 129 minutos y la consideran muy larga, un "disco rayado") pero a mí me ha parecido un ejercicio de libertad, una maravillosa metáfora (parece que la mentalidad de los 60 era más libre que la de ahora) y un magnífico ejemplo del impacto de la música en las emociones. Sales con una sensación estupenda, que es al final lo que cuenta. De lo que he visto últimamente (después de Gran Torino o The visitor), de lo más edificante. La recomiendo encarecidamente.

Y hoy también se estrena la versión cinematográfica de Los hombres que no amaban a las mujeres (en sueco, “Los hombres que odian a las mujeres”, es decir “Misóginos”). Estoy con mi admirado Eduardo Martínez Rico (y él con Vázquez Figueroa) en que los títulos de las novelas deberían ser lo más cortos posibles (de una palabra, idealmente). ¿Por qué no Misóginos en lugar de Los hombres que no amaban a las mujeres? He leído en el avión mencionado una entrevista con la protagonista de la peli, Noomi Rapace (que interpreta a Lisbeth Salander): “Suecia es un país muy agradable, sus políticos son muy diplomáticos y se llevan bien con todo el mundo, son ‘neutrales’. Claro que es un gran país para vivir, comparado con otros países, pero puede ser peligroso cuando no te permiten mostrar una opinión fuerte, cuando a la gente le asustan los conflictos. Vivo en una sociedad en la que todo el mundo es agradable y mantiene el control, pero nunca sabes lo que piensan. La gente no es honesta. Los jóvenes cada vez se sienten más ofendidos por esos políticos que hablan de cosas que no nos atañen. Esto tenía que explotar de algún modo. La visión de Larsson (el autor de la trilogía Milenium) puede estar algo alterada, pero hay mucho de verdad en ella.” El propio Larsson deja caer que “en Suecia, el 46% de las mujeres han sufrido violencia por parte de algún hombre”. Vaya dato más escalofriante.