El americano

Las celebraciones de ayer han provocado que la mañana de hoy domingo la haya dedicado a preparar proyectos de la semana entrante.

Por la tarde, mi amigo Miguel Ángel Pesquera me ha traído su último libro, Innovación Empresarial, Clase Creativa y Desarrollo Económico en España, escrito con Pedro Casares-Hontañón, Pablo Coto-Millán y Vicente Anglada López de Sabando. Es un texto importante, porque partiendo del concepto acuñado por Richard Florida, recoge las últimas estadísticas en EE UU y Europa, y especialmente en nuestro país, con un mapa de las ciudades creativas españolas. Lo leeré con detenimiento los próximos días.

Hemos ido Miguel Ángel y un servidor a ver El americano, la última película de George Clooney, en la que hace de asesino en la campiña italiana. Nos ha parecido lenta e insustancial. En fin, hay que ver películas mediocres como ésta para poder disfrutar de las verdaderas obras de arte. Y eso que en la taquilla estadounidense El americano se ha colocado como número uno.

De la prensa de hoy, la entrevista de Joseba Elola al periodista y bloguero Jeff Jarvis, autor del libro Y Google, ¿cómo lo haría?: “Algunos periódicos se están disparando a sí mismos”, que me consta que ha generado mucho debate en la red. La virtud y la gracia, del filósofo Javier Gomá en la tecera de ABC: Federer es la gracia, Nadal es la virtud. “La gracia se acepta, la virtud se admira”. La entrevista a Pedro Navarrete, presidente de SONY, en La Vanguardia: “Si sale bien, éste será un modelo de transformación industrial”. Y los artículos El miedo global de Daniel Inerarity (“Para entender a una sociedad es más útil examinar sus temores que sus deseos”) y La era del bufón, de Mario Vargas Llosa (“Para tener derecho a la existencia y a prosperar los medios ahora no deben dar noticias sino ofrecer espectáculos, y detrás de ellos se desbaratan las fronteras entre la verdad y la mentira”), ambos en El País.

Y el corner inglés del gran John Carlin: Mourinho contra el catolicismo culé:
"La gran prioridad del Real Madrid esta temporada, nos dicen, es ganar la Champions. No es verdad. Más importante es que no la gane el Barcelona. Porque si el Barcelona la gana significa que:
a) Los de Guardiola han vuelto a meter el dedo en la llaga de un Madrid que se ha jugado la última carta con el fichaje del mago Mourinho.
y b) Que un vez más el Madrid no ha logrado conquistar un trofeo que considera suyo por derecho hereditario, o divino.
Salvo que los dos se acaben enfrentando en la última fase de la competición (habría crisis sanitaria esas dos noches en España: el índice de infartos podría batir todos los récords), la esperanza del Madrid se centraría en otro gran equipo europeo. Y lo más probable, visto lo visto en esta primera semana de Liga de Campeones, es que el redentor madridista sea el Chelsea, que va como una locomotora en la Liga inglesa y ganó 4 a 1 fuera de casa el miércoles en su primer partido europeo.
En el caso de que se enfrentaran el Barça y el Chelsea en cuartos de final, digamos que nunca, nunca se habría visto tanta pasión volcada desde tierras españolas a favor de un equipo inglés. La Castellana se vestiría de azul. Y si triunfase el Chelsea sería -horror culé- una doble victoria para José Mourinho, el entrenador del Madrid. Porque el equipo londinense sigue siendo, aunque hayan llegado tres nuevos entrenadores desde su salida en 2007, la imagen y semejanza de The Special One.
La columna vertebral del Chelsea -Petr Cech, Ashley Cole, John Terry, Frank Lampard y Didier Drogba- es la misma. Todos siguen siendo fieles discípulos del portugués. Y cuando juegan bien, juegan como en sus tiempos. Fútbol total estilo Mou: orden y fiereza en defensa; verticalidad arrolladora en ataque; todos los jugadores comprometidos en todas las fases del juego.
Algo parecido a lo que vimos, en germen, en la contundente victoria del Madrid sobre el Ajax esta semana. El Madrid de Mourinho nunca va a jugar al tiqui taca de la selección española o al del Barça de Leo Messi. Le vendría muy bien a la afición del Madrid alejarse de aquel modelo platónico patentado por Johan Cruyff, perfeccionado por Josep Guardiola, imitado por Vicente del Bosque y venerado por la casi totalidad de la prensa española. Si no, estarán condenados a vivir en la permanente desilusión.
Más saludable sería que le cogieran el gusto al fútbol del Chelsea o, si buscamos un ejemplo en el Mundial de Sudáfrica, al de la selección alemana. Es verdad que España ganó a Alemania, y muy merecidamente, en el mejor partido del Mundial. Como también es verdad que España acabó siendo el equipo más admirado del torneo, incluso por el seleccionador alemán. Lo que quizá sea más difícil de digerir para el público español es que en varias partes del mundo el equipo que más enamoró en Sudáfrica no fue el español; fue el de la renovada, multicultural Alemania. Perdonen la blasfemia, pero la potente y veloz precisión de los alemanes fue un grato antídoto para aquellos -repitamos: fueron muchos- que consideraron que el juego medido de España, por más fino que fuera, rozaba el aburrimiento, premiaba más la posesión que el gol.
Por eso el Barça, que combina la posesión con muchos goles es, por consenso abrumador, el mejor equipo del mundo. Esa percepción, sin embargo, puede cambiar. Puede haber un cambio de ortodoxia; puede que el Madrid inicie una reforma protestante contra el catolicismo imperante del Vaticano barcelonés, con Mourinho ejerciendo de Lutero. La selección alemana jugó de manera revolucionaria en Sudáfrica con un equipo joven que puede ir a mucho más. El Chelsea que configuró Mourinho cuando llegó en 2004 también era joven. El Madrid que lidera hoy es, según las propias palabras del portugués, "un equipo de niños". Si se consolida el modelo Mourinho/alemán en el Madrid -con la nueva estrella germana, el joven Özil, como posible eje- el fútbol español ofrecerá dos grandes modelos de juego al mundo.
A eso debe apuntar, por salud mental, la afición del Madrid. Y si el Barça lo supera en la Liga y el Madrid no gana en Europa, ahí queda la otra posibilidad de salvación madridista, el otro equipo de Mourinho: el Chelsea”. Brillante una vez más, querido John.

Mourinho vs Guardiola. El Madrid ganó ayer en el difícil campo donostiarra y el Pep lo ha hecho por primera vez en el Calderón. De momento, el Valencia sigue líder y mira por el retrovisor a los dos grandes favoritos.