El anclaje del subdesarrollo

Ayer tuvimos la ocasión de desayunar Nelson Ríos y un servidor con Henry Henríquez, responsable de atención al cliente de Chana Hoteles, que nos ha contado de primera mano la vida y la trayectoria profesional de Chana, un ejemplo extraordinario de emprendedora y de arquitecta.

Bañito en la piscina del precioso Hotel Chana de El Cardón. Una piscina pegada al mar, con tumbonas dentro de la propia piscina, a las playas de El Cardón y de El Tirano. A las 10 nos ha recogido Marcos para ir al aeropuerto. De camino, en la avenida 31 de julio que va de Playa El Agua a La Asunción, hay una muñeca negrita de tres metros de alto con un vestido de flores. Es La Casa de las Muñecas, un maravilloso espacio de 800 m2 con más de 100 muñecas de Cocheima.
Willian Stesmans, un venezolano de origen belga con aspecto de extranjero, era dueño de una mueblería ubicada en Filas de Mariche. En 1989, durante los sucesos del Caracazo, le saquearon el negocio y destruyeron lo que había construido en 20 años de trabajo. Como había vivido en Margarita en su primera infancia, eligió la isla como nuevo hogar; tomó a su esposa, a sus hijos y allí volvió. Ana María Valldosera de Stesmans había aprendido a hacer muñecas de cerámica. Unas gorditas morenitas de un palmo de alto que regalaba a sus amigas. Cuando llegó a la isla se encomendó a la virgen del Valle y la primera pieza que elaboró en Margarita fue precisamente una virgen del Valle de unos 50 centímetros de alto, adornada con perlas naturales. La colocó en el centro de La Casa de las Muñecas, se buscó unos ayudantes y comenzó a fabricar sus muñecas. Ana María y Willian han sido los primeros en elaborar este tipo de artesanía en la isla, inaugurando la tradición de las negritas margariteñas que llamamos “muñecas de Cocheima”. La artesana explica que "las gordas siempre gustan más. Ahora les doy mucha más forma: más senos, más pompis. Y el escote de los vestidos también es diferente: está más abajo, más pronunciado, son más provocativos, aunque nunca enseño el pezón porque no me gusta". No hay dos muñecas iguales (de hecho, te pueden hacer una con la cara de quien quieras), y me he llevado una preciosa Cocheima para casa. En 1997 la Reina Sofía visitó la tienda y se quedó muy gratamente sorprendida.

Avión desde Porlamar (isla de Margarita) a Caracas. Durante el día, he tenido la suerte de leer El anclaje del subdesarrollo, de Carolina Jaimes Branger. Carolina Jaimes es una persona de un talento extraordinario: ingeniero de sistemas por la Universidad Metropolitana de Caracas (hoy es miembro de su Consejo Superior), postgrado en Historia del Arte y Máster en Educación por la Universidad de Harvard, es articulista de El Universal y de una decena de periódicos regionales (entre ellos El Sol de Margarita), miembro de la Academia Venezolana de la Lengua Española, Directora de la Fundación Unión Radio y Miembro de la Junta Directiva de la Fundación Conciencia Activa. Conocer a Carolina Jaimes es uno de los mayores regalos de este viaje a Venezuela.
La tesis de CJB en este libro es que las principales anclas al subdesarrollo están relacionadas con la cultura, la manera de ser de un pueblo (en este caso, el venezolano que Carolina tanto ama). “La fuerza más poderosa de cualquier sociedad es la fuerza de la costumbre”. La autora define 19 anclas: la cigarra venezolana (la buena vida, en contraste con la laboriosa hormiga), el determinismo (“el que nace barrigón, ni que lo fajen chiquito”, “loro viejo no aprende a hablar”), el inspiracionismo (en lugar de prepararse, a ver qué surge: “Dios es venezolano”), el autosuficientismo (los mesiánicos, se creen superdotados; “en los países subdesarrollados, todo se centra alrededor del “quién” o no del “cómo”), el nadasuficientismo (la negatividad; nada es suficiente), el rigidismo (no la rigidez; las personas rígidas con los demás pero no consigo mismas), el embudismo (la vida fluye en la dirección del embudista; doble rasero), el rastacuerismo (dime de qué alardeas y te diré de qué careces), el pendejicismo (los demás son “pendejos”, estúpidos), el noespa’tantismo (“no es para tanto”), el conformicismo (conformarse con poco: acorta las metas, acorta los sueños, acorta los ideales), el masquesuficientismo (hacer las cosas con el mínimo esfuerzo), el ineficientismo (hacer las cosas mal, aunque sencillo hacerlas bien), el des-opartivismo (montar un operativo para que las cosas funcionen), el peras-al-olismo (pedir peras al olmo: pedir algo a quien no está preparado), el pretextismo (las excusas constantes), el machimberrismo (hacer las cosas “a la machimberra”, a tontas y a locas), el caos-ismo (vivir en el caos por no hacer lo correcto), el lastimismo (sentir lástima por uno mismo) y el pobrecitismo (sentir lástima por los demás). Carolina concluye con un capítulo sobre “La Venezuela que queremos”. “Los venezolanos tenemos esas condiciones que opacan nuestras virtudes. Debemos apoyarnos en nuestras fortalezas para romper las cadenas que nos anclan al subdesarrollo. Somos un pueblo alegre, llano, descomplicado. Nuestra capacidad de trabajo es enorme, sólo tenemos que lograr que el trabajo sea productivo. Somos abiertos, colaboradores, amigos. Somos solidarios, grandes ante la desgracia, generosos. Nuestra gente es uno de nuestros mayores tesoros. Cualquier país que cuente con un capital humano como el nuestro, no tiene excusas para permanecer anclados al subdesarrollo. Debemos acabar con los atavismos para navegar hacia el bienestar, el progreso, el desarrollo”.

Excelente libro. Voy a tratar de conectar las 19 anclas (primorosamente definidas por Carolina) con los dominios de la inteligencia emocional (sus contraejemplos positivos) y con los 12 pasos de la felicidad.

Almuerzo en el Yacht Club de Caracas con Nelson y Juan José. Una bonita tradición de despedida a los amigos hasta el próximo viaje, que estoy convencido de que será muy pronto.

Salida a Madrid a las 8 de la tarde con unos 75 minutos de retraso por los inoportunos y molestos controles a la entrada del avión. Y llegada hoy, ya en Madrid, a la presentación del Programa de Dirección con la Escuela de Negocios San Pablo CEU para Holcim Services.

Este viaje de tres días y medio a Caracas y la isla de Margarita ha sido bastante intenso: dos conferencias multitudinarias (para unas 800 personas), dos sesiones de trabajo “in company” con los profesionales de Sodexo y de SIGO, cuatro almuerzos y cenas de trabajo con directivos y con periodistas, nueve entrevistas en prensa, radio y televisión… Un montón de vivencias impresionantes en uno de los parajes más bellos de la Tierra, poseedor de una gente maravillosa a la que adoro. Mi agradecimiento a todos ellos.