Sonríe o muere, Renace

Esta mañana he ido con Zoe a ver “Gnomeo y Julieta”, una muy entretenida versión para niños en 3D de la tragedia shakesperiana. En este caso, Gnomeo es valiente, solidario y generoso (no como el original) y Julieta una chica muy brillante y con las ideas claras. Está bien que los niños aprendan de una historia de amor como ésta.

He estado leyendo “Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo”, de la periodista neoyorkina Barbara Ehrenreich (70 años). Es un alegato en toda regla contra la psicología positiva. La autora sufrió un cáncer de mama y “no le hizo más bella, ni más fuerte ni más femenina, ni siquiera una persona más espiritual”.

Barbara remonta el origen del pensamiento positivo a los principios del siglo XX, con el “Nuevo Pensamiento” : Phineas Parkhurst Quimby, su fundador, empezó en 1859 como curandero. Después, el psicólogo William James, Ralph Waldo Emerson, Napoleo Hill en los años 30 y Dale Carnegie. El poder del pensamiento positivo, de Norman Vincent Peale, es de 1952. Para ella, “el negocio de la motivación”, con sus conferenciantes, sus ‘coaches’, sus consultores, sus servicios de outplacement… “Quienes están haciendo las reestructuraciones despiden a una persona de cada tres y luego ponen un póster inspiracional en el pasillo para tapar la herida psicológica” (Ralph Whitehead). En el texto ataca a las “iglesias empresa” (Dios quiere que seas rico), a “la Ciencia de la felicidad” (desde Martin Seligman y Ed Diener a Suzanne Segerstrom). Para ella, “no ha relación entre el afecto positivo y la salud física”. Finalmente, considera que el pensamiento positivo destruyó la economía a través del autoengaño, el consumo, la imprevisión.

Tal vez para compensar, he releído “La revolución positiva”, que ha reeditado Paidós dentro de la colección Edward de Bono. En la nota del autor cuenta que “La negatividad tiene una función útil que cumplir en lo relativo al cambio de valores ejerciendo presiones sobre las formas; limitando los excesos, eliminando los defectos a fin de mejorar una idea, y formando la consciencia de la sociedad. Pero es necesario que las energías constructivas y creativas estén presentes para lograr el avance firme, paso a paso, que conforma la base para la revolución positiva.” Los cinco principios de la revolución positiva son efectividad, aspectos constructivos, respeto, autosuperación y contribución. Es, como dice el propio autor, una guía práctica más que un libro.

De la prensa de hoy, además de los artículos de Expnasión & Empleo (hoy en El Mundo, incluido el “Cine de gestión” sobre “Cuestión de principios”), me quedo con el de John Carlin en El País, “Nubes de guerra en España”:

Morbo es una palabra que, gracias a los corresponsales británicos en España y al título de un libro que uno de ellos escribió sobre el fútbol español, se va incorporando poco a poco al vocabulario inglés. Ha estado apareciendo últimamente en correos electrónicos recibidos de amigos en Inglaterra. Es una buena palabra, no susceptible de fácil definición en el propio español y para la que no existe traducción obvia al inglés. Suele ser al revés. Suele ser más común que el inglés aparezca en la lengua hispana. Por cuestiones de penetración u opresión, según el punto de vista, cultural y porque el inglés posee más palabras, con más matices, que el español.

Pero morbo no es superable en inglés. Al menos, para definir de manera concisa lo que significa un cierto tipo de rivalidad en el fútbol. Eso sí, el sorteo de los cuartos de final de la Champions no ha deparado tanto morbo como los morbosos habríamos deseado. Ni Real-Raúl ni Madrid-Barça. Aunque sí existen motivos para creer que los dos grandes equipos españoles se enfrentarán en las semifinales, lo que significaría cuatro partidos entre los dos en 20 días con el peligro concomitante de que vuelva a estallar la guerra civil. Pero, aunque España, en tal caso, permaneciera en paz, existirían un par de posibilidades -con perdón a Japón, donde esto va un poco más en serio- bastante catastróficas. Una, que el Madrid ganase los cuatro encuentros, lo cual acabaría de manera demoledora con la idea generalizada -en España y más y más en Inglaterra- de que el Barça es el mejor equipo de la historia. Y la segunda, que el Barça ganara los cuatro al Madrid, en cuyo caso... Bueno, mejor ni pensar en el impacto que podría tener sobre la salud mental de sus dirigentes y algún jugador que otro.

Pero, mientras tanto, en los cuartos de final algo de morbo hay. En el regreso de Van der Vaart al Bernabéu con el Tottenham, en el de Chigrinski al Camp Nou con el Shakhtar y, ante todo, en el partido entre el Chelsea y el Manchester United, las dos grandes potencias de la Premier League en lo que va del siglo.

Es sorprendente que, una vez más, vaya a haber por lo menos un equipo inglés en las semifinales de la máxima competición de clubes del mundo y que hoy sigan tres entre los últimos ocho. La calidad del fútbol en Inglaterra ha sido esta temporada la más nefasta que se recuerda en muchos años. El propio Alex Ferguson, el entrenador del Manchester, reconoció esta semana que el equipo que ganó la Copa de Europa en 1999 era bastante superior al que tiene ahora pese a que actualmente va primero en la Liga. La verdad es que cualquiera lo sabía. Da pena ver al Manchester por televisión después de ver al Barça o al Madrid. O al Villarreal o al Athletic.

En cuanto al Chelsea, que ha estado fatal esta temporada, pensaron que recuperarían algo de vigor con la contratación multimillonaria de Fernando Torres, pero el pobre hombre, que no ha marcado en sus seis primeros partidos con el equipo londinense, sigue siendo el mismo que vimos durante el Mundial. Es decir, el que España ganó no gracias a él, sino pese a él. Ojalá que se recupere de la enfermedad que le parece aquejar.

Ojalá -mucho más ojalá- que se recupere Abidal y que el triple horror del terremoto, el tsunami y la radiación nuclear no vaya a más en Japón. Existe una palabra japonesa que, como morbo, no se presta a una fácil traducción. La palabra es gaman y significa algo así como estoicismo, perseverancia, flema y sacrificio frente a fuerzas naturales o humanas devastadoras e incontrolables. Algo similar es lo que posee Abidal, según los compañeros del Barcelona que le han visto después de que se le detectara un tumor en el hígado esta semana. Con la diferencia crucial de que, sobre el campo, lo controla todo.

No ha habido este año, ni en España ni en Europa, un defensa más eficaz, más impecable, más elegante, más rápido, más limpio, más fino. En una temporada en la que ha habido tanta imbecilidad en el fútbol español, provocada casi toda desde un solo lugar, Abidal ha brillado por su categoría y su clase. Larga vida para él”.

En El País Semanal, “Para vivir a mi manera” de Francesc Miralles. Es “la doctrina Sinatra”: “Lo que es capaz de matarte también puede hacerte renacer” (Boris Bozic). Recomienda, por supuesto, la canción de Frankie Ojos Azules, el último libro de Mario Alonso Puig y “Ciudadano Kane” de Orson Welles. Y recoge los siete bloqueos para tomar decisiones según Theodore Rubin: pérdida de contacto con los propios sentimientos, evitar problemas y ansiedad, falta de autoconfianza, necesidad de agradar, perfeccionismo, temor a equivocarse y distorsión de la presión del tiempo. “Hace falta valor para crecer y convertirte en lo que realmente eres”.

Y en El País Negocios, el Nóbel Paul Krugman comenta el documental “Inside job”, Óscar 2011, que se estrena en España el próximo viernes 25. Espero verla. “La crisis ha generado toda una nueva serie de abusos, muchos de ellos ilegales, así como inmorales”.

En las páginas de Empresa de ABC, los IV Premios Hudson a la mejor estrategia de RR HH. Los ganadores han sido Makro, en la categoría de más de 3.000 empleados, e Iveco, en la de menos de 3.000 empleados. Según el artículo de Rubén Márquez, la clave de Makro (que abrirá 14 nuevos centros en los próximos 4 años) para Pilar Oncins, DRH de la empresa, es pasar de una “jirafa” (con gran distancia entre la cabeza y la base) a convertirse en una “manada de lobos”, con todos los empleados empujando en la misma dirección. María Garaña, presidenta de Microsoft, que también intervino en el acto, también destacó la necesidad de unir la dirección de RR HH al negocio.

Un día soleado de primavera, muy tranquilo, después de tanta actividad en la semana.