La ciudad donde nadie es forastero

A iniciativa de mi hija Zoe, que está de campamento en el SEK Atlántico en las Rías Baixas, estoy pasando su santo (hoy) y mi cumpleaños (mañana) en Galicia.

Avión Madrid-Santiago de Compostela a las 8 de la mañana. Desde las 9.30 a las 11 he estado leyendo, escribiendo y desayunando en la cafetería del hotel Costa Vella de la capital jacobea. Un precioso jardín interior, muy agadable, muy céltico.

He tenido la inmensa fortuna de disfrutar de una hora de serenidad en la plaza del Obradoiro, una de las más bellas del mundo. 25 grados de temperatura, un sol maravilloso, y frente a mí, sucesivamente, la catedral (con su espectacular fachada), la universidad, el palacio de Raxoi (sede del ayuntamiento) y el hostal de los Reyes Católicos (el hotel más antiguo del mundo, un parador cinco estrellas en el que he tenido la fortuna de alojarme en varias ocasiones).

El autocar del SEK ha llegado a la dársena de Juan XXIII, a 150 metros de la plaza del Obradoiro (del taller, en castellano) y allí he recogido a Zoe. Hemos visitado juntos la catedral (le hemos podido dar cada uno un entrañable abrazo al Apóstol) y hemos tomado el trenecito que muestra todas las maravillas de este Patrimonio de la Humanidad en 45 minutos. Después hemos ido a Área Central (un centro comercial arquitectónicamente distinto), donde hemos comido cosas que les gustan a los niños y de ahí, recogiendo las cosas que hemos dejado en el Costa Vella, en tren de Santiago a La Coruña. Menos de media hora, 5 € los adultos y 3 € los niños.

En A Coruña nos ha recogido mi buen amigo Enrique, que nos ha llevado a su casa (con unas maravillosas vistas a la ría). Enrique y su esposa, Mar, nos han enseñado “la ciudad donde nadie es forastero” de principio a fin. Y hemos cenado en el restaurante del Mirador de San Pedro, con unas vistas espectaculares a la Torre de Hércules, la playa de Riazor, etc.

Para mí, La Coruña es como mi casa. Aquí están enterrados mis abuelos paternos, aquí nació y vivió mi padre sus primeros años, aquí he vivido momentos maravillosos (como el Congreso de la Felicidad organizado por AEDIPE, las clases en la Escuela de Negocios, el trabajo con empresas emblemáticas como Inditex o R, o los Cine Fórum de APD).

En www.viajeros.com podemos leer sobre la Torre de Hércules:

Se puede decir que La Torre de Hércules no está en La Coruña, sino que La Coruña está en la Torre de Hércules, ya que seguramente, porque nos perdemos en la nebulosa de los tiempos, la ciudad nació y creció en torno al faro construido por los romanos para intentar superar su secular miedo a internarse en ese inmenso mar que significaba para ellos el Finis Terrae, el fin de la Tierra.

Los romanos llegan a Galicia en el siglo II a. C.. En el año 62 a. C. es el propio Julio César quien llega a Brigantium (La Coruña actual), por la llamada ruta de los metales, para establecer el comercio con Francia, Inglaterra, Portugal y otros países europeos.

Esa es la razón principal de la construcción de la Torre de Hércules, el "pharum", en el mismo lugar donde se ubica la torre actual pero con un aspecto muy distinto.

Hay leyendas que atribuyen el faro a los celtas, pero seguramente son eso, leyendas. Según ella, Mil, sobrino de Ith divisó Irlanda desde lo alto de una torre en España construida por su padre Breoghan o Breogán y decidió viajar en su nave para conquistar esa lejana tierra.

La historiografía actual no cree verosímil la invasión de Irlanda por parte de gallegos; aunque los vínculos celtas entre las culturas irlandesa y gallega son evidentes, la Torre de Hércules no es uno de ellos.

Otra hermosa leyenda atribuye su construcción al mismísimo Hércules, un superhéroe de la época, ya que también colocó a los 2 lados del Estrecho de Gibraltar las famosas columnas de Hércules.

Se cuenta que Gerión era perseguido por Hércules por haber deshonrado a su hermana; el viaje desde la costa gaditana subiendo el atlántico, hasta llegar a un terreno abrupto donde pasó la noche escondido en una cueva. Hércules no cesó en la búsqueda y lo encontró dormitando. Lo despertó y se batieron en una lucha a muerte de la que Hércules resultó vencedor.

Para conmemorar su victoria el héroe mandó construir una torre y ordenó tallar en el faro los nombres de las personas que admiraran su obra. La primera mujer se llamó Crunna, y así fue como nació la ciudad de Coruña. Realmente hermosa.

La realidad más prosaica es que entre los S.I y II se comenzó su construcción, gracias a la traducción que Hubner hizo en 1861 de la placa que se encontraba las cercanías del faro y actualmente en su interior. La inscripción dice:

MARTI AVG. SACR C. SEVIVS LVPVS ARCHITECTVS AEMINIENSIS LVSITANVS EX V°

La traducción sería: "Consagrado a Marte Augusto. Gaio Sevio Lupo, arquitecto de Aeminium (junto a la actual Coimbra), Lusitano, en cumplimiento de una promesa".

La torre original seguramente era circular y con la rampa de acceso en su exterior, para acarrear la leña que servía para hacer el fuego que orientaba a los marineros.

Luego llegarían las lámparas de aceite, los espejos, el vidrio y partir de 1920, la poderosa luz eléctrica supuso el cambio definitivo, ya que una simple bombilla de 250 watios llegaba más lejos que cualquier otra tecnología. Los flashes de xenón, similares a los utilizados en fotografía, fueron otro avance importante.

La planta de la Torre es cuadrada y el interior tiene un eje central cruciforme con tres plantas en cuatro habitaciones cada una, muy altas, con bóvedas de medio cañón.

Amaro Antúnez, arquitecto del siglo XVII, tuvo que perforar las bóvedas para instalar una escalera, y la escalera interior actual es de Eustaquio Giannini.

De la época romana ha desaparecido el remate superior en forma cliíndrica, que disponía de cúpula, y la rampa exterior.

La primera mención escrita sobre la torre es del siglo V, en la obra Historiarum adversus paganum libri septem, del escritor eclesiástico lu­sitano Pablo Osorio, discípulo de San Agustín, el primer intento de una historia universal desde el punto de vista cristiano.

Su cita dice que "el segundo ángulo de Hispania está orientado al Norte, donde la ciudad galaica de Brigantia eleva para observación (del mar) de Britania su faro altísimo y digno de mención entre muy pocas cosas".

El aspecto actual se debe a la restauración terminada en 1790 por Carlos III al ingeniero Eustaquio Giannini, ya que la Torre había quedado muy deteriorada después del ataque del pirata Drake a La Coruña.

Las desgastadas paredes fueron forradas con sillares de granito de sesenta centímetros de espesor, así que la pared tiene hoy un grosor de 2,15 metros. Los sillares originales y la rampa exterior sirvieron para construir varias fortificaciones e iglesias, entre ellas se dice que la iglesia de Santiago en la Coruña.

El remate octogonal que ocupa la parte superior de la torre es también de esta época; sostiene la linterna del faro actual que brilla con luz blanca desde 1927 con un alcance de 23 millas, unos 40 km; el radiofaro marca la letra L en morse. Cada faro en el mundo tiene una señal propia, y las variables que la hacen única son el color, la intensidad y el tiempo entre destellos.

Los modernos sistemas actuales, el radar, el posicionamiento hiperbólico y sobre todos los precisos sistemas de satélite (GPS: Sistema de Posicionamiento Global) han convertido a los faros en simples complementos de la navegación y reliquias en muchos casos.

Es un bello diseño neoclásico que abriga en su alma el original romano, lo que le ha permitido iluminar durante casi 2.000 años a todos los coruñeses, marinos y navegantes, y ser mudo testigo de grandes tragedias marítimas que le hicieron llorar lágrimas negras.

Destruido el faro de Alejandría, una de las 7 maravillas de la antiguedad, la Torre de Hércules tomó su relevo como el faro más antiguo del mundo en funcionamiento, tarjeta de visita más que suficiente para que le fuera concedido el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad en 2009.


Mi profundo agradecimiento a Enrique y a Mar, a Ángel, Encarna, Lorena y Marta (que se están ocupando cariñosamente de Zoe estas dos semanas).