Los valores del deporte y los maridos que horrorizan

Jornada en Madrid. Esta mañana, reunión con el DG de una gran empresa de nuevas tecnologías, para hablar de coaching estratégico y coaching de equipo.

Ayer se publicó en las páginas económicas y empresariales de los diarios del Grupo Vocento (El Correo, El Diario Vasco, El Diario Montañés, La Verdad, Ideal, Hoy, Sur, La Rioja, El Norte de Castilla, El Comercio, La Voz de Cádiz y Las Provincias, a excepción del ABC) un artículo de un servidor, “Son los valores del deporte los que nos harán salir adelante”:

Curiosa circunstancia la de nuestro país. Somos probablemente el país más admirado del mundo en lo que al deporte se refiere (hace ocho días, en Wembley, éramos favoritos ante el país anfitrión; somos los vigentes campeones del mundo y de Europa, con la mejor Liga; Rafa Nadal, Pau Gasol, Fernando Alonso y tantos deportistas generan entusiasmo en aficionados de todo el planeta) y sin embargo, como país, dejamos mucho que desear. A partir de mañana los españoles vamos a vivir una nueva situación político-social con un nuevo gobierno y muchos nos preguntamos cómo podríamos salir de una situación tan difícil como la actual.

El éxito nunca es por casualidad. El del deporte español obedece a una enorme cantidad de talento, adecuadamente desarrollado por sus entrenadores y puesto en valor por las selecciones y los deportistas de élite. Por tanto, lo que ha hecho especialmente bien el deporte español ha sido gestionar su talento. Y lo que hemos hecho manifiestamente mejorable en la economía española ha sido depreciarlo, cuando no despreciarlo. De ahí las tasas de desempleo, el fracaso escolar y las nulas tasas de crecimiento del PIB. En una nueva era en la que el talento es lo más escaso (y valioso), nos comportamos como si fuera un coste a minimizar.

¿Cuáles son las claves de nuestros valores deportivos? En el libro “Liderazgo, Empresa y Deporte”, Premio Éveris de Ensayo, la Dra. Leonor Gallardo y un servidor nos referíamos a las 5+1 E: Estrategia (no basta con ganar, hay que perseguir un sueño), Equipo (por encima del individualismo), Emociones (canalizarlas con eficacia, más que evitarlas), Entornos (para aprovechar y desarrollar el talento) y Equilibrio (entre firmeza en valores arraigados, fuertes y flexibilidad en los medios). Por encima de esas 5 E, la Ética, el modo más inteligente de vivir.

En la práctica, significa que para tener como sociedad el mismo éxito que en el deporte, hemos de:

1. Contar con un proyecto de país (a 1.000 días) y planes estratégicos en nuestras empresas. Sin proyecto no hay futuro.

2. Apostar decididamente por el talento, e invertir en él.

3. Hacer equipo. Olvidar las luchas fratricidas y compartir una visión clara y deseable del porvenir.

4. Promover el optimismo inteligente y el trato enriquecedor, en lugar del victimismo y las lamentaciones.

5. Fomentar un entorno de aprendizaje, de innovación, de mejora, de positividad a los demás.

6. Mejorar radicalmente la calidad directiva. Somos el país 45º del mundo, con 4 jefes tóxicos de cada 10 directivos. Hemos de reivindicar el líder-coach.

7. Mostrar nuestra repugna colectiva hacia la corrupción, venga de donde venga.

Somos el país con mejor clima, mejor gente y mejor comida del mundo. Y también, el del mejor deporte. Juntos, podemos ser líderes en esta nueva era. Es el momento de pasar a la acción.

Hoy he enviado a Dossier Empresarial (saldrá el próximo viernes) mi columna mensual, “Y ahora, pongámonos a trabajar”, sobre la generación de confianza a partir de lo que cada uno tenemos que hacer (desempleados, empresas privadas, administración pública, profesionales libres, medios de comunicación). La famosa frase de Gandhi viene que ni pintada: “Sé el cambio que quieras ver”.

Y en el programa “Líderes” de Gestiona Radio, Fran Cabello me ha preguntado por el Liderazgo del nuevo presidente del gobierno y lo que debería hacer el partido desde ayer en la oposición.

De la prensa de ayer quisiera destacar la contraportada de El País, una entrevista de Karmentxu Marín a la escritora Nuria Amat: “Me horroriza tener un marido”

Pregunta. Es familia del asesino de Trotski. ¿Esto tiene más o menos mérito que conocer al toro que mató a Manolete?

Respuesta. Es que este toro de mi libro es casi tan importante como el de Manolete. Pero lo importante es que para mí ha sido una fuente de literatura.

P. Si el premio que acaba de ganar, el Ramon Llull, es el Planeta, pero en catalán, ¿por qué la despachan con 90.000 euros?

R. ¿Tanto he cobrado? Se ha ido todo a la hipoteca. Pero es que en catalán lee menos gente. Lo que espero es ganar el Planeta algún día.

P. Siempre ha escrito en castellano. Dicen que por los 90.000 se ha pasado de bando. Sale baratita.

R. Yo creo que valgo más. Pero no me he pasado de bando. Soy de dos bandos. De sumar, no de restar. En la Europa del siglo XXI es mejor compartir culturas y lenguas que no quedarse en el latín.

P. Los nacionalistas la han ninguneado a modo, como si fuera una talibana del castellano.

R. Yo he escrito otras cosas en catalán. Sé que las comparaciones son inmodestas, pero Kafka y Beckett, dos de mis maestros, también escribían en dos lenguas y amaban las dos. Yo tengo dos lenguas que amo. Y creo que no me merezco lo que me han hecho, sinceramente. Aunque sé que nadie es profeta en su tierra, y yo me siento querida desde el punto de vista literario en otros países.

P. ¿Escribió Amor y guerra para contarnos su parentesco con Ramón Mercader?

R. No. He querido describir cómo vivieron la guerra las familias de entonces. Está Ramón Mercader, y muchos otros.

P. Pero no en todas las familias había un tipo decidido a matar a Trotski.

R. Pero en todas las familias había un comunista, uno de la FAI, un cenetista, uno de la Lliga, un cura, un portero.

P. ¿Qué dice de las ventas su echadora de cartas?

R. Mi echadora de cartas, que lo es también de cantidad de políticos de este país, me auguró todo el éxito, y me dijo que iban a darme un premio.

P. Tiene una foto infantil en Google vestida de Caperucita. ¿Quién es su lobo?

R. Es algo más importante que una persona. No es un amor, no es un hombre. Caperucita es una niña rebelde, y el lobo que me va a devorar y se va a comer a mi abuelita es la sociedad en la que vivimos, el conservadurismo social. En este momento me siento desubicada en Cataluña, en España y en el mundo.

P. Intelectual, al parecer, desde la guardería, en la foto lleva libros en la cestita. ¿No teme que se le manchen con la miel?

R. No. Miel con libros es una buena mezcla.

P. ¿El lobo es un machista, un fresco o un partidazo para Caperucita?

R. El lobo es un machista, un conservador, un hipócrita. Es mi enemigo social. No es un hombre, exactamente, porque yo soy amiga del hombre, y creo que en mí tengo dos sexos.

P. Es usted una chica muy rara.

R. Y si pudiera tener más, más tendría. Adoro a las mujeres y a los hombres. Lo que cuenta es la amistad. El sexo me gusta más practicarlo con hombres. Pero nunca se cierran las puertas.

P. "Para poder escribir hay que estar en los límites de la locura". ¿Lo dice por justificarse?

R. También. Cuando escribo, lo más importante es cómo digo las cosas, decirlas como nadie las dice. Yo quiero estar en la historia de la literatura, pero no por estar, que ya me habré muerto, sino porque disfruto con el lenguaje, leyendo las grandes voces literarias. Mi pretensión ha sido esa.

P. Ser como Cervantes, o García Márquez.

R. Pues sí [ríe]. Esta ha sido mi pretensión. Tener una voz propia. Lo dificilísimo es hacer que tu voz sea distinta a las otras.

P. "En España, los premios son comerciales. En el extranjero hay auténticos premios literarios". Qué ocasión para haberse callado, ¿no?

R. Bueno [ríe], siempre está la excepción que confirma la regla. Cuando te los dan, si hay dinero hay que aceptarlo, porque vivimos de eso.

P. ¿El sagrado aforismo de la pela es la pela?

R. No, no me gusta esa frase. Para mí, la pela es algo que me he creado para ser libre. Un instrumento para poder escribir.

P. ¿Es mejor tener un amante o un marido?

R. Las dos cosas, pero no a la vez. Yo quiero tener un compañero, una persona que sea mi igual. Me horroriza lo del marido.

P. ¿Usted mataría a Trotski?

R. No. Yo no mataría a nadie. Solo a alguien que matara a mi hija.

P. Se apunta al "Yo, por mi hija, mato", de Belén Esteban.

R. Es que esa frase ha llegado a todo el mundo porque es así.”

Y la distinción de José Antonio Marina entre Instruir y Educar, en su columna (horizontal) de Ideas en El Mundo: “Instruir” es proporcionar los conocimientos instrumentales necesarios para una actividad. “Educar” es fomentar las virtudes intelectuales, morales y cívicas. Los Estados democráticos se basan en un claro modelo ético. La Academia de Ciencias de EE UU, que asesora al Presidente, ha recomendado que se insista en la formación moral ante la decadencia de los valores cívicos. Veremos que hace nuestra Europa.

Mi agradecimiento y reconocimiento hoy a las buenas escritoras y a los periodistas competentes.