Viajemos al Optimismo

Esta mañana de viernes, de 8 a 9.45 h, he estado trabajando en Barcelona con el equipo directivo europeo de primer nivel de una multinacional su proceso de integración.

Es mejor exponerlo directamente y sin ambages: más del 80% de las fusiones fracasan en términos de creación de valor, y no porque no se “sepa” en términos intelectuales lo que hay que hacer, sino porque no se “hace” lo que se debe. Es la distancia entre la cabeza (la buena cabeza) y el corazón (un gran corazón, individual y colectivo).

El fracaso ocurre porque en los primeros 100 días (no se necesita más) se pierde el talento (porque se van algunos de los mejores y/o porque desconectan, desde su motivación), se pierde el espíritu de equipo (y las posibles sinergias se convierten en antisinergias), se pierden varios cientes importantes y por todo ello se obtienen malos resultados. Es “el cisne negro”, tanto en la necesidad de valentía (como en la película de Darren Arrenofsky, con Natalie Portman) como en lo altamente improbable (Nasim Nicholas Taleb). La cultura (el modo en que hacemos las cosas), es esencial, especialmente por el precio de la inercia. Hemos trabajado los “) pecados capitales” de las integraciones y las 4 claves del éxito: Sentirnos protagonistas, el Optimismo, las Emociones (Autoconfianza y Empatía) y los Comportamientos (Proactividad, no Reacción). Para manejar “el monstruo del cambio” (Jean Daniel Duck), el “espíritu de Los Mosqueteros”, con sus 7 principios, que se resumen en las 3 S de Jack Welch: Selfconfidence (Autoconfianza), Simplicity (Simplicidad), Speed (Velocidad).

Me ha gustado mucho la atención y el nivel de reflexión de los directivos, su necesidad de trabajar sobre los aspectos “soft” (la Visión, la Comunicación, la Empatía…) y el liderazgo del DG europeo, que tiene las ideas muy claras y ha iniciado un plan de acción al respecto.

He estado leyendo el nuevo libro de Eduardo Punset, “El viaje al optimismo” y que él mismo me dedicó ayer. Parte de una premisa: “Cualquier tiempo pasado fue peor”. Porque, al hilo de una propuesta de reloj de Daniel Hillis (un reloj que hiciera tic tac una vez al año, sonara sólo cada siglo y que cada milenio apareciera el cuco) nos convence de que “lo único que está socavando nuestro espacio vital es la concepción equivocada del tiempo”. Freeman Dyson ha escrito que sobrevivir significa ser responsable a 6 niveles: en años, a la persona; en décadas, a la familia; en siglos, a la tribu; en milenios, a la cultura; en décadas de milenios, a la especie; en eones, al planeta. Esta no es una crisis planetaria, sino una crisis de países específicos que vivieron por encima de sus posibilidades.

Punset habla de Edward O. Wilson y el “superorganismo” (como Leonor y un servidor en “Los Mosqueteros de Guardiola”). Y recalca que la antítesis del amor no es el odio, sino el desprecio. “El impacto dejado por el desprecio es lo que alimenta el miedo”.

Debemos pasar de la distribución de la riqueza a la distribución del trabajo, por el alargamiento de la esperanza de vida. “El aprendizaje emocional y social, sobre todo las nuevas competencias que comporta, constituirá la gran revolución de los próximos años”. El autor se refiere, claro está, al Liderazgo.

“El cambio más significativo en la asimilación gradual del optimismo, a medida que los ciudadanos se van percatando de su contrario, el pesimismo, no responde a la realidad, ha sido la constatación innegable de que el futuro no depende de los recursos mal distribuidos, sino d enuestra capacidad para profundizar en el conocimiento de las cosas”. Es el final de la era del ruido y del consumismo.

En esta línea, Confucio primero y Csikzentmihalyi después nos han enseñado que “Si algo te apasiona, te encanta y encima se te da bien, nunca vuelves a trabajar, porque vives la vida que te conrresponde vivir”.

Liderazgo: se entiende desde la capacidad de empatizar con los demás. “El carisma no lo da la estatura ni el dinero, sino el recuerdo mental alojado en la memoria a largo plazo. “La felicidad es la ausencia de miedo, pero hace falta un determinado mecanismo neuronal para que, en su lugar, se aposente la fascinación o el embrujo”.

La intuición es una fuente de conocimiento tan válida como la razón. Punset reproduce buena parte de su entrevista con el psicólogo de la Universidad de Yale John Bargh: Lo que mejor se le da a la conciencia es viajar en el tiempo. Lo propio de los humanos es “la capacidad de colaborar, de hacer cosas como un equipo e intercambiar información y conocimientos complejos”. Si el inconsciente es lo importante, ¿para qué sirve la conciencia? Según Bargh, para movernos en el día a día, como mecanismo de supervivencia.

No se deben limitar ni jerarquizar las competencias. La capacidad de innovar tiene que ver con la capacidad de trabajar codo a codo con los extranjeros (Paul Seabright, Toulouse School of Economics). “La victoria conduce al inmovilismo y no permite la interacción necesaria para que la innovación se produzca”. Sí, lo peor es pararse. Y no sentir demasiada soledad, porque no es buena. “La soledad es un estado mental que lleva a sentirse vacío por dentro, solo y rechazado por los demás”. Lo que cuenta es la percepción de estar solo.

Hans Ulrich Wittchen, director del Instituto de Psicología y Psicoterapia de la Universidad de Dresden: la ansiedad es el trastorno más común entre la población, seguida del insomnio y la depresión (7% cada uno). El 38’2% de los europeos sufre trastornos mentales cada año.

Qué hacer para salir de la soledad (John Cacioppo, Universidad de Chicago): EASE. Extend yourself (prolongarse más allá de uno mismo, en redes sociales, equipos deportivos, voluntariado), Action plans (aplicación de planes de acción), Selection (seleccionar entre personas conocidas relaciones de calidad) y Expect the best (llamada al optimismo).

La salud física es el requisito de la salud mental, explica Punset. Y reproduce una entrevista con Shlomo Bretznitz (Universidad de Haifa): ¿Por qué la gente no quiere cambiar? Porque “hacerlo aumenta un poco el nivel de ansiedad”.

Si lo peor es pararse, lo mejor es formar parte de la manada. “La importancia de la manada, lejos de disminuir, aumenta y crecerá en el futuro”. Las redes sociales ayudan al respecto.

Es la época de la empatía (como ha demostrado el primatólogo Frans de Waal). “El valor del dinero depende de la confianza”.

En fin, que nada nos impide llegar (a donde queremos). Viviremos tiempos de medicina personalizada y de prolongación del envejecimiento, de potenciación de las redes sociales como un puntal de la salud.

El mejor libro de los que Punset ha escrito hasta ahora, en mi humilde opinión. Divulgación científica de alto nivel por quien cuenta en este tema con más lectores en España.

Mi agradecimiento a Eduardo Punset y a su equipo, a Ranjit y al suyo. La navidad está a la vuelta de la esquina, y con ella el apasionante 2012.