El valor de la felicidad y el capitalismo escapista

Sábado frío en toda España, de visita con Zoe esta mañana a las librerías de Nuevos Ministerios: la Casa del Libro, El Corte Inglés y la FNAC.

He aprovechado para leer los últimos números de Harvard Business Review y Fortune. En la portada de HBR, El valor de la felicidad. Cómo el bienestar de los empleados conduce a los beneficios.

“¿Por qué escribir sobre la Felicidad si gran parte de la economía global está hecha un lío y la gente se manifiesta infeliz en todo el planeta?”, se pregunta la revista de Harvard. “Porque las investigaciones de la neurociencia, la psicología y la economía están demostrando una clara conexión entre una fuerza laboral triunfante y un mejor desempeño. La Felicidad supone un gran impacto tanto a nivel empresarial como de país. El movimiento que busca medir el Bienestar nacional con otros factores más allá del PIB puede cambiar las reglas del juego, porque es lo que se mide lo que se gestiona. Hemos aprendido un montón sobre cómo hacer felices a las personas. Sería estúpido no aprovechar ese conocimiento”, responde.

Cinco artículos sobre el tema: La Economía del Bienestar, de Justin Fox, director de HBR y autor de El Mito del Mercado Racional; La Ciencia más allá de la sonrisa (una entrevista con el profesor de Harvard Daniel Gilbert); Inteligencia Positiva, de Shawn Achor; Creando un Desempeño Sostenible, de Gretchen Spreitzer y Christine Parath y La historia de la felicidad, de Peter M. Stearns.

¿Cómo sustituir al PIB como principal indicador de bienestar nacional? En 2009, Nicolás Sarkozy comisionó a Amartya Sen, Joseph Stigliz y Jean-Paul Fitoussi para lograrlo. Los resultados se presentaron en octubre de 2011 para la OCDE. Desde 2007 el Legatum Institute publica anualmente; además está el Índice de Desarrollo Humano de NN UU. Aunque la economía de la felicidad data de Jeremy Bentham en 1781, el asunto no está resuelto. El PIB es fruto de Paul Samuelson en los años 30 del siglo pasado (Simon Kuznets en los EE UU y Richard Stone en GB impulsaron la contabilidad nacional) y está en decadencia. Los 10 primeros países por renta per capita son Qatar, Liechtenstein, Emiratos Árabes Unidos, Singapur, Luxemburgo, Kuwait, Noruega, Brunei, Hong Kong y EE UU. Por Desarrollo Humano, los 10 primeros son Noruega, Australia, Holanda, EE UU, Nueva Zelanda, Canadá, Irlanda, Liechtenstein, Alemania y Suecia. Ajustados por desigualdad, el Top Ten es Noruega, Australia, Suecia, Holanda, Islandia, Irlanda, Alemania, Dinamarca, Suiza y Eslovenia.

Daniel Gilbert, autor de Tropezar con la felicidad, responde a Gardiner Morse, de HBR. ¿Qué sabemos hoy? Que “las personas con relaciones románticas son más felices; las personas sanas, más que las enfermas; las de confesiones religiosas, más que las ateas; los ricos, más que los no lo son”. Ya se sabe: salud, dinero y amor. “Los empleados son los mñas felices cuando tratan de alcanzar objetivos que son difíciles pero no imposibles”. Los retos nos hacen felices: Lo que viene a ser la fluidez. Ser miserable no significa ser creativo (como pueden hacernos creer las vidas de Beethoven, Van Gogh, Hemingway). La frecuencia de experiencias positivas es mejor predictor de la felicidad que la intensidad de las mismas (Ed Diener). No es tanto “¿quiénes son felices?” (jóvenes, ricos, guapos) sino “¿cuándo somos felices?”: haciendo ejercicio, con una buena conversación, escuchando nuestra música favorita, descansando, leyendo, practicando el altruismo… Las nuevas fronteras de la ciencia tienen que ver con ser más específicos: por ejemplo, puntualmente los padres son menos felices que las personas sin hijos, pero en general se sienten con mayor plenitud. No tiene sentido decir que unos son más felices que otros, sino en qué lo son y cuándo.

Gretchen Spreitzer, profesora de management de la Escuela de Negocios de la Universidad de Michigan, y Christine Porath, de Georgetown, han demostrado que los profesionales que tienen la oportunidad de crecer y aprender hacen que sus empresas sean ganadoras. Un argumento fundamental a favor del buen coaching. Los empleados con vitalidad (pasión, ilusión) y aprendizaje (crecimiento, desarrollo) tienen un desempeño un 16% mejor que sus colegas y un 125% menos burn-out (estar quemados). La vitalidad y el aprendizaje están interconectados. Las cuatro medidas para que los empleados sean más felices son autonomía (que puedan tomar sus decisiones, compartir información, mostrar respeto y educación (ellos lo llaman “civility”) y dar feedback sobre el desempeño.

Shawn Achor, CEO de Good Think y autor del libro La Ventaja de la Felicidad, escribe sobre Inteligencia Positiva: nuevos hábitos que correlacionan con la felicidad, como agradecer tres cosas, mandar un mensaje positivo a alguien a través de las redes sociales, meditar durante un par de minutos, hacer ejercicio unos diez minutos, escribir sobre una experiencia positiva en un diario. Los estudios de Sonja Lyubomirsky, Laura King y Ed Diener muestran que los profesionales felices son un 37% más productivos, tienen un salario un 37% superior y su creatividad es el triple. Generosidad: según el propio Achor, las personas más altruistas son más promocionables en un 40%.

Peter Stearns, profesor de historia en la George Mason University, traza la historia de la felicidad. “La búsqueda de la felicidad” está en la Constitución de EE UU de 1776. La canción “Cumpleaños feliz” es de 1926. De 1963 es Smiley y de 1977 el “Happy Meal”.

En el mismo número de HBR, las tres trampas a evitar de las empresas familiares: “Siempre tienes un sitio aquí”, “El negocio no crece lo suficiente para apoyar a todos”, “los miembros de la familia están en compartimentos estancos”. ¿Cuánta desigualdad hace falta para crecer? de Fuad Hassanov (FMI)y Oded Izraeli (Oakland University). Por el índice de Gini, los cinco países con menor desigualdad son Japón, Suecia, Alemania, Canadá y Francia (entre el 25 y el 32%); los cinco con mayor desigualdad, Argentina, Kenia, México, Brasil y Sudáfrica. Cada desviación típica en desigualdad genera un 0’6% en crecimiento. Así son las contradicciones del Capitalismo actual. Reducir las desigualdades ofrece beneficios a largo plazo.

Nitin Nohria, decano de la Harvard Business School, escribe sobre lo que las Escuelas de Negocios pueden aprender de la profesión médica. Básicamente, a reducir el KDG (el “Knowing-Doing Gap”, la distancia entre saber y hacer). ¿Cómo puede mejorarse la “pedagogía del management” con académicos que no están conectados con la práctica empresarial?

“El papel más importante de un Consejero Delegado es gestionar el talento” (Kevin Ryan, Ceo del Gilt Groupe). “Le digo a mi equipo que si buenos profesionales abandonan la compañía, es tu responsabilidad”.

Christopher Meyer (fundador de Monitor Talent) y Julia Kirby (editora de la HBR) hablan del “Capitalismo que huye” (Runaway Capitalism): las medidas equivocadas del éxito conducen a malas decisiones. El ROE (Rentabilidad de la Acción) y la Competición han llegado demasiado lejos. Es el “efecto Pavo Real”: como la cola atrae a las hembras, se ha hecho tan pomposa que reduce las posibilidades de supervivencia de la especie. 41 países, entre ellos el Reino Unido, están poniendo en marcha medidas alternativas al PIB como indicador de riqueza. En Bután, desde 1972, el índice de felicidad es más importante.

“Ahora es el tiempo de la audacia, no el de austeridad” (Scott Berinato, editor de HBR). Que tomen nota nuestros políticos en Europa.

En la revista Fortune, la tradicional lista de Las mejores empresas para trabajar, que la publicación lleva elaborando para EE UU desde hace 15 años. La nº 1 es Google. En la entrevista con su co-fundador, Larry Page, éste manifiesta que “mi trabajo como líder es asegurarme de que todos en la compañía tengan enormes oportunidades, y que sientan que generan un impacto con sentido y contribuyendo al bien común”. Los googleros tienen como misión organizar la información del planeta, y por ello reciben más de dos millones de candidaturas cada año.

El nº 27 es salesforce.com, con una facturación de 2.000 M $, 6.000 empleados (3.100 fichados el último año, 75 cada semana). Marc Benioff, “con la mente de un zorro y el cuerpo de un oso”, tiene la reputación de ser el mejor comercial del mundo de la alta tecnología. En la empresa tienen una aplicación, Charter, que es un Facebook interno. Su cultura corporativa está basada en la filantropía, una excelente compensación y una rápida adaptación al mercado.

Entre las 100 mejores empresas para trabajar, además de Google, son conocidas internacionalmente el Boston Consulting Group (nº 2), Mercedes Benz (nº 12), Goldman Sachs (nº 33), Intel (nº 46), Pricewaterhouse Coopers (nº 48), Marriott (nº 57), Ernst & Young (nº 59), American Express (nº 60), Deloitte (nº 67), Starbucks (nº 73), Microsoft (nº 76), Mattel (nº 79), Hasbro (nº 82), Booz Allen (nº 84), Cisco (nº 90), Accenture (nº 92), KPMG (nº 94) e Intercontinental (nº 100).

Me ha interesado también del último Fortune el artículo de Eric Klinenberg, profesor de sociología de la Universidad de Nueva York, sobre The Solo Economy (la economía de los solistas, de los hogares individuales). En EE UU sólo están casados el 51% de los adultos; el 28% de los hogares tienen una sola persona. Las “tribus urbanas” (redes sociales) sustituyen a las familias tradicionales.

Ayer estuve viendo con Zoe “The Muppets” (los teleñecos, como les llamábamos en mi generación). Una especie de musical, muy simplón, escrito y dirigido por el olvidable actor Jason Siegel. Pero Zoe se lo pasó bien, que es de lo que se trataba.

Y hoy he estado viendo (antes de que salga de la cartelera), Silencio en la nieve, de Gerardo Herrero. Una de asesino en serie en la División Azul (Rusia, invierno del 43). Los protagonistas, Juan Diego Botto y Carmelo Gómez, muy solventes. Sin embargo, el ritmo de la película es lento (demasiado lento para un thriller) y tiene poco que contar, más allá de las salvajadas de una guerra. Espero resarcirme con Katmandú y Moneyball en los próximos días.

Mi agradecimiento a quienes investigan sobre la felicidad, a las empresas que implantan modelos sobre la misma (y son empresas preferidas para trabajar). El mundo está cambiando, y ellos lo hacen posible.