De espías, capacidades y energía creadora


Hoy he tenido dos sorpresas, en este día de tormentas y rayos (en Roma no se ha podido jugar la final de tenis entre Nadal y Djokovic por la lluvia). Una sorpresa positiva y otra mala.
         Tenía “mono” de cine y al final me he animado a ver La sombra de la traición (“The Double”, en inglés). El título en castellano es de telefilme, pero la alternativa era Profesor Lazhard, una canadiense nominada al Óscar. Pues La sombra de la traición me ha gustado. El argumento es potente (la historia de un agente de la CIA, retirado hace más de 20 años, que perseguía a un asesino ruso, que reaparece matando a un senador de EE UU), el relato emocionante de espías se agradece, los protagonistas lo hacen bien (Richard Gere, Martin Sheen –el jefe de la CIA- y Topher Grace, que tan buen recuerdo dejó en In Good Company) y la hora y media se pasa en un vuelo. Creo que Pere Vall, en Fotogramas, acierta cuando dice que “dentro de su modestia, La sombra de la traición consigue sus objetivos: entretener, intrigarnos y de paso que Gere se haga unas carreritas”. Así es.
         Comida en el restaurante favorito de Zoe en Madrid, el Tommy Mel’s de Las Tablas y por la tarde lectura y escritura en casa. He estado leyendo Crear Capacidades, de Martha Nussbaum, recientemente galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.
Sinopsis: “Si el producto interior bruto de un país se incrementa año tras año pero también lo hace el porcentaje de su población privada de educación, sanidad y otros servicios y oportunidades básicos, ¿progresa realmente esa nación? Si recurrimos a indicadores económicos convencionales, ¿podemos hacernos una idea fiel de la situación real de los miles de millones de personas que viven en el mundo? En la convincente crítica que aquí presenta, Martha C. Nussbaum argumenta que las teorías del desarrollo actualmente imperantes han producido políticas que ignoran nuestras necesidades más fundamentales de dignidad y respeto personales. Nussbaum ha trabajado durante los últimos 25 años en la elaboración y el perfeccionamiento de un modelo alternativo de evaluación del desarrollo humano: el llamado «enfoque de las capacidades».

Ella y sus colegas parten de una pregunta sumamente simple: ¿qué es capaz de hacer y de ser cada persona? Y, a partir de ahí, ¿cuáles son las oportunidades que tiene realmente a su disposición? En esta era nuestra de desigualdad injustificable, Nussbaum nos muestra cómo podemos capacitar a personas de cualquier lugar y país (prestando atención a los relatos de los individuos y comprendiendo la repercusión cotidiana de las políticas implementadas) para que lleven unas vidas plenas y creativas”.

         La verdad es que el nuevo libro de la Nussbaum no me ha dicho mucho. El estilo es un tanto plúmbeo, pero el enfoque es interesante. En fin, me parecía que debía leerlo. En cualquier caso, comparto con esta profesora su necesidad de defender el desarrollo humano y su defensa de las humanidades como clave de vida en democracia.
         Las diez capacidades básicas son la vida, la salud física, la integridad física, los sentidos, la imaginación y el pensamiento, las emociones, la razón práctica, la afiliación, las otras especies (animales, plantas y mundo natural), el juego (reír, jugar, actividades creativas) y el control sobre el propio entorno político y material.
De la prensa de hoy, la columna Ideas de José Antonio Marina sobre la Energía creativa: “Repetimos “hay que innovar” como un mantra y acabaremos odiando la palabra. Lo importante no es hablar sino hacer? ¿Se puede aprender a tener buenas ideas? ¿Se pueden fomentar las capacidades creadoras? Sí. Robert Sternberg, un gran psicólogo (no un gurú del management), lo dice de forma contundente: “El talento es una decisión”. Completaré su afirmación: “El talento es una decisión que se prolonga en un hábito”. En este momento, la gran riqueza de las naciones es su “energía creadora”. Y la mejor contribución que podemos hacer quienes nos dedicamos a estudiar la inteligencia es aprender de los grandes innovadores para elaborar una “pedagogía de la creatividad, el emprendimiento, la innovación” a todos los niveles. Es un modo novedoso y útil de filosofar. Al fin y al cabo, la filosofía, tal como la entiendo, es un “servicio público de vanguardia” que debe comprender el presente y vivir siempre en la frontera del futuro. Para poner a disposición de todos lo que saben los mejores sobre estos temas y elaborar esa pedagogía que necesitamos a todos los niveles he iniciado, con un grupo de jóvenes investigadores, una publicación on-line a la que les invito. Es gratuita, porque pretende ser un servicio público. Y, puesto que vencer la pasividad, la rutina, el desánimo, es decir, conseguir un cambio de cultura, necesita la participación de mucha gente, les animo a que conozcan lo que hacemos. Nuestra dirección: www.energiacreadora.es.”
El próximo miércoles se presenta Energía Creadora a las 10 de la mañana en la Fundación Repsol (c/ Velázquez, 166). Allí estaré, apoyando esta iniciativa, con José Antonio Marina y el VP de la Fundación Repsol, César Gallo.  
Mi agradecimiento al equipo que hace posible la Universidad de Padres, con José Antonio Marina a la cabeza.