En este paraíso que llamamos Riviera
Maya uno se dedica a bañarse, pasear y leer. Un descanso disciplinado. Hoy
además hemos ido a almorzar al Hotel Occidental Royal Hideaway en Playacar. Un
concepto de hotel de lujo todo incluido en el que no se admiten niños menores
de 13 años. ESPECTACULAR. Cinco restaurantes del más alto nivel, un estilo
“Cinco diamantes”, uno de los “Leading hotels of the world”… Su General
Manager, Jean Agarrista, es un directivo de muchísimo oficio que desde hace 8
años preside la asociación de hoteleros de Riviera Maya y que promueve
iniciativas para las empresas españolas desde la Cámara de Comercio. Un
ejecutivo vinculado en cuerpo y alma a la Calidad… y se nota en todos los
detalles del hotel. www.royalhideaway.com En booking.com, un cliente comenta: “Las
dimensiones del Hotel son muy adecuadas, ya que permiten un servicio
personalizado. La implementación de concierge en cada villa es excelente ya que
optimiza la gestión (recomiendo tener paciencia para ser atendido) ya que se le
dedica un buen tiempo a cada pasajero. La ubicación de las piscinas es muy
buena, la vista es muy linda, ya que una de ellas en endless y parece
continuación del mar”.
Creo que fue Silvia Damiano, esa gran amiga experta
en NeuroLiderazgo, quien me “presentó” a Bruce Lipton y su libro La biología de la creencia. Después leí su segunda obra, La biología de la transformación. Ayer la
periodista Lola Marcos difundía su “Contra” de La Vanguardia del pasado
septiembre: “Lo que pensamos varía nuestra biología”.
A sus 68 años, este experto neozelandés que ha dado
clases de biología molecular en varias universidades estadounidenses, promueve
una nueva biología. “Según las teorías genéticas que conocemos, nosotros no
elegimos nuestros genes. Si no nos gustan nuestras características, no podemos
cambiar nuestros genes. Por tanto, si los genes controlan la vida, nosotros
carecemos de ese control y entonces somos unas víctimas. Eso significa que, si
hay casos de cáncer o de diabetes en nuestra familia, nosotros no podemos hacer
nada: soy una víctima y no puedo cuidar de mí mismo, necesito que otros me
cuiden. Son las empresas farmacéuticas las que dicen que van a curarme y
pagamos mucho dinero para ello. Y es verdad que la medicina hace milagros, pero
solo en traumatología, porque si tengo un accidente, me hace falta otro
corazón, me he roto una pierna, es ahí donde es efectiva la medicina. Si
preguntas a un médico cómo funciona el cáncer, la diabetes, la artritis… cómo
funciona la enfermedad, no lo sabe. Conoce la práctica, pero no tiene
respuestas.”, decía Lipton a Montse Cano en una entrevista a la revista Integral. Y añadía: “Hay dos grandes
errores en la medicina. El primero es que creen que los genes controlan la
vida. Dicen que se encienden y apagan. Pero los genes son como el plano de un
arquitecto, un plano para crear las proteínas del cuerpo. Las proteínas nos dan
nuestra estructura y nuestro comportamiento. Los genes no controlan la vida,
son como un dibujo. Si estamos ante un arquitecto y le preguntamos si su dibujo
está encendido o apagado, nos dirá que estamos locos. Y eso ocurre con los
genes. Una vez que tienes los planos, necesitas un contratista para hacer la
casa. Ahora sabemos que el sistema nervioso y la mente son ese contratista.”
Bruce Lipton trabajaba con células madre en 1967. “Puse
una célula madre en un plato petri y, como cada diez horas se divide en dos, al
cabo de dos semanas, tenía miles de células, todas idénticas. Luego cogí
algunas de ellas, las coloqué en otro plato y cambié el entorno celular (son
más como peces porque viven en un entorno fluido). Cambié la química en ese
plato y ahí formaron músculo. Después, cogí otras del primer plato y las puse
en un entorno diferente, y se formó hueso, y otras se convirtieron en grasa al
volver a cambiar el entorno. Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué
controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era
diferente era el entorno. Cuando cojo células sanas y las coloco en un entorno
nocivo, la células enferman y mueren. Si un médico las mirara, diría: “¿Qué
medicina hay que darles?” ¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el
entorno nocivo, las colocas en uno sano y saludable y las células sanan. Esto
demuestra una cosa muy sencilla: el destino de la célula refleja lo que está
ocurriendo en el entorno. Cambia el entorno y entonces cambiarás el destino.”
La célula es el ser viviente y la persona (con sus
50 trillones de células) es la comunidad. El contexto crea el destino (no por
casualidad, decimos que el Talento es Capacidad por Compromiso en el Contexto
adecuado, enriqueciendo modestamente la formulación original de Dave Ulrich).
La segunda aportación de Lipton, además del poder
de las creencias (a través del sistema nervioso, que modifica las células) es
que la medicina no puede basarse sólo en Newton, sino incorporar la física
cuántica: “La mente es energía, y en la mente quien tiene poder es el
subconsciente”. Efectivamente, es el 98% de lo que pensamos (lo consciente, apenas
un 2%). La mente consciente es creativa; la inconsciente son los hábitos.
Somos protagonistas, no víctimas. Cambia (a mejor)
tus creencias, mejora tus hábitos y mejorarás tu salud y tu vida. Es básico
para la libertad, la dignidad y la felicidad.
Si quieres saber más sobre la Epigenética de
Lipton: www.youtube.com/watch?v=cjMUKsg5_Jk
Mi agradecimiento a Alejandro, a Jean, a David por
estos maravillosos días.