Cambio de Era


Tercer lunes de septiembre. Hoy mi padre cumple 78 años, y se siente de maravilla. Muy feliz cumpleaños, papá. Lo celebraremos a mi vuelta de Venezuela, la semana que viene.
Hoy, nada menos que tres actos aquí en Caracas. De 9,30 a 11 h, encuentro con María Octavio para el libro del Ciclo de Encuentros Gerenciales de Sodexo (las dos ocasiones anteriores aquí en Venezuela, tuve el honor de participar en esos encuentros, con motivo del Premio Vida Profesional 2007 en Valle Arriba Athletic Center y en la Quinta Campo Alegre en 2011).
De 11,30 a 14,30 un minitaller sobre Trabajo el Equipo, con el ejemplo práctico de La Roja, con José Paz y su equipo de dirección de mercadeo (marketing) de Sodexo.
Y de 6,00 pm a 9,00 pm, Conferencia en CAVESPA (Cámara Venezolano-Española de Comercio), a su Junta de Dirección ampliada, sobre “El Talento español que asombra el mundo. Los casos de éxito de Iker Casillas, Andrés Iniesta y David Villa”, con la asistencia del Excmo. Sr. Embajador de España en Venezuela, D. Antonio Pérez.
Entre las lecturas de este viaje, Cambio de Era de Josep Piqué, libro del que sé (por nuestro editor común, Roger Domingo, en Facebook) que se hizo amplio eco ayer El Mundo en su edición dominical.
Subtitulado Un mundo en movimiento: de Norte a Sur y de Oeste a Este, este nuevo libro de Josep Piqué (político, economista y empresario, ex ministro, ex canciller, y en la actualidad Presidente de Vueling y del Círculo de Economía) es un tratado de geopolítica. Por cierto, me atrevo a decir que muy complementario a Del Capitalismo al Talentismo. En aquel libro, un servidor planteaba el paso hacia una nueva era en la que el talento es más escaso y valioso que el capital. En éste de Josep Piqué, el autor plantea la siguiente tesis: “de manera a veces poco perceptible, nuestro mundo, en virtud de grandes transformaciones de fondo, algunas de ellas absolutamente vertiginosas, está entrando en una nueva era que, de forma muy simplificada, diríamos que se refleja en un claro del eje de gravedad del planeta desde el norte hacia el sur y desde Occidente a Oriente”.
El autor parte del final de la Edad Media con la toma de Constantinopla por el Imperio otomano, que coincidió con la caída de Granada y los descubrimientos geográficos. Y se aproxima a la evolución económica de las grandes regiones: en 1950, el bloque occidental era el 70% del PIB mundial. Dentro de una generación, no habrá ningún país en el G-8 (España en el 15º). Este cambio de era, según Piqué, se debe a dos grandes fenómenos: el demográfico (“los países más dinámicos económicamente se identificarán con los más dinámicos demográficamente”), incluyendo la urbanización del planeta (al que dedicaba un capítulo en Del Capitalismo al Talentismo), y el tecnológico: una revolución con acceso inmediato y casi gratuito a la información. Dos factores esenciales que cambian las condiciones competitivas de los mercados (“no hay vuelta atrás a la liberalización de la oferta y la demanda”). Piqué considera, y yo con él, que “el impacto social, económico y social de las redes sociales es absolutamente crucial”.
En los capítulos siguientes, el autor se centra en la reciente hegemonía occidental (revolución industrial, colonialismo), en las dos guerras mundiales y el mundo bipolar (tras la II Guerra Mundial, quedaron dos vencedores: la EE UU y la URSS, potencias “extraeuropeas”), en “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer” (frase famosa de Karl Marx sobre las nuevas etapas históricas; en el caso actual, la intervención en Afganistán y en Irak: “la historia siempre vuelve y la geografía siempre está”), en el nuevo centro de gravedad (que Piqué sitúa en el estrecho de Malaca, entre el Pacífico y el Índico), en la “venganza de la geografía” (canales de Suez y Panamá, estrecho de Gibraltar, puertos del Mediterráneo), en las nuevas potencias (China vs EE UU), en Rusia (que siempre ha sentido la necesidad vital de ampliar sus fronteras), en la India (con problemas de cohesión social y territorial, y enormes ventajas: demográfica, idiomática, jurídica –derecho mercantil- y de representación política: democracia), de Indonesia, México, Brasil (que para el autor es un claro ejemplo de éxito, y para un servidor corre el serio riesgo de convertirse en una burbuja), Colombia y Perú (países por los que yo también apuesto seriamente).
En la segunda parte sobre las potencias regionales, el autor recupera a Brasil, introduce a Turquía (que va a jugar un papel absolutamente estratégico en la nueva era), AfPak (Afganistán + Pakistán), Oriente Medio (que puede cambiar si el shale oil and gas –petróleo y gas procedente de exquisitos- permite a EE UU el autoabastecimiento), la emergencia de África (China, India y Estados Unidos la miran cada vez más) y la crisis europea (el mundo vive “cuatro velocidades”: Asia creciendo al 7%, Iberoamérica y parte de África, al 3’5-4%; EE UU, al 2%; Europa en recesión), con Alemania con capacidad de liderar, pero “complejos” históricos en Europa.
A España Josep Piqué le dedica dos capítulos: un exordio (preámbulo de un razonamiento) y unos comentarios sobre “un éxito indudable” (una transición modélica), una crisis que se debe a temas internos (endeudamiento, displicencia, legislación laboral) y externos. Una crisis también política, por “la resistencia a acometer una auténtica reforma de la Administración. Que se refleja también en la escasa voluntad privatizadora del Gobierno y en la nula reducción del sector público empresarial. Hay quien argumenta que el Gobierno de Rajoy es socialdemócrata. Bien. No lo comparto en esos términos. Lo que no es, con toda seguridad, es liberal”, se sincera Piqué.
Su última reflexión es política. El riesgo de “italianización” del escenario político en España, la necesidad de reformar la ley electoral y afrontar el conflicto autonómico (el debate federal). En Del Capitalismo al Talentismo un servidor comentaba que los partidos políticos, las universidades y los medios de comunicación, son instituciones suicidas y, si no se reiventan, desaparecerán tal como las conocemos.
Consideración final del autor: “Ya que Occidente está perdiendo el siglo XXI, desde una perspectiva económica, demográfica y estratégica, quizá podamos aún ganar la batalla ideológica. Y por ende, la batalla política”. Ojalá.