Las relaciones entre la Universidad y la Empresa, desde el punto de vista del Talento


Hoy martes 24 he vuelto a Cantabria, la tierra de mi familia materna (los Villar), de mi abuelo Leopoldo, donde he pasado la mayor parte de mis veranos de niñez y juventud, donde pude forjarme en cierto modo en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, mi querida UIMP del Palacio de la Magdalena y Las Llamas. Espero que algún día hagamos un curso juntos en ese precioso paraje…
Y lo hago, para participar en el prestigioso Foro UC-Empresas de la Universidad de Cantabria, un proyecto muy interesante impulsado por su Rector y por el Presidente del Consejo Social, en el marco de los Objetivos de Cantabria Campus Internacional. Un Foro con 117 entidades adheridas (pymes, grandes empresas de la región, entidades de ámbito local, asociaciones profesionales, etc). En la sala Guillermo Gómez Laa, en el Edificio de las facultades de Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales de la UC, se ha reunido desde las 5 horas pm el Grupo de Mejora de la Empleabilidad del Foro UC-Empresas, presidido por el Rector José Carlos Gómez Sal y posteriormente un servidor ha hablado desde las 7,30 pm de “Las relaciones entre la Universidad y la Empresa desde el punto de vista del Talento”, con acceso libre hasta completar el aforo. 
He querido comenzar, desde la misión de la Universidad (imprescindible recordar a D. José Ortega y Gasset, con su obra del mismo título) con una foto tomada el pasado viernes en el Banco Exterior de Venezuela. Estaba con Raúl Baltar, presidente del Banco, compañero de la facultad, y Maickel Melamed, también universitario. La vida de ninguno de nosotros tres tendría el mismo sentido sin haber pasado por las aulas universitarias. Estamos muy agradecidos a cómo hemos sido formados, no solo en nuestros conocimientos, sino en nuestra actitud ante la vida y nuestro compromiso con las organizaciones de las que formamos parte. No se pone suficientemente en valor el privilegio que supone haber estudiado en una buena universidad.
A partir de esta gratitud inicial, me he referido al talento como “inteligencia triunfante” (José Antonio Marina), como “poner en valor lo que uno sabe, quiere y puede hacer” (marca profesional, el gran concepto de la nueva temporada), como “capacidad por compromiso en el contexto adecuado”. He explicado las 4 D del Talento: Disfrute, Diversidad, Dedicación y Dominio, y a la pregunta si el Talento nace o se hace, la respuesta de que el Talento se forja o se cultiva (la semilla es la voluntad, la vocación, el querer). Además, me he referido a las aportaciones de Carol Dweck sobre el Talento como mentalidad fija y de superación y al concepto, tan querido, de “fluidez” (flow) de Mihalyi Csikzentmihalyi.
Y más tarde me he referido a tres papeles que creo que debe jugar la Universidad en este paso “del Capitalismo al Talentismo”: en el emprendizaje, en el liderazgo, en la felicidad.
Respecto a si la Universidad debería enseñar a emprender, he utilizado mi decálogo personal que ya conoces por este blog (el que comparto en el exitoso Master de Emprendedores que dirige Sergio Fernández): Como el emprendedor/a es “la persona que se siente enganchada a un proyecto vital”, es imprescindible descubrir la propia vocación, no caer en “la trampa de la pasta” (he puesto como ejemplo a Richard Branson; leer la edición actualizada de Perdiendo la virginidad me parece imprescindible), liderar tu propia vida, explicar tu misión (“Si no puedes describir tu posición en menos de ocho palabras, es que no tienes una posición”, Seth Godin), emprender como Talento, venderse adecuadamente (optimismo vital), Hacer arte (conmover, según Zygmunt Bauman), mejorar (el Talento que no se aprecia se deprecia), hacer Equipo (la actitud “Sol@ ante el peligro” es suicida) y ser feliz.
¿Enseña la Universidad a Liderar? Me he referido a la etimología de la palabra Liderazgo (ese guía que marca la pauta, hace equipo e infunde energía), a su concepto como “Talento para influir decisivamente en l@s demás”, a las siete actividades del/la líder, a que “nadie motiva a nadie” (la motivación es intrínseca: autonomía, maestría, propósito), y a los intangibles como el 95-98% del valor de las empresas (capital humano, marca, capital clientes, expectativas de futuro).
Y finalmente, si enseña la Universidad a ser feliz. Imprescindible referirse a las investigaciones de Sonja Lyubomirsky (más de dos décadas analizando científicamente el concepto), a su 40% voluntario (10% son circunstancias externas: salud, dinero, amor; 50% de referencia de base) y sus “doce campanadas”: gratitud, optimismo, evitar darle demasiadas vueltas, amabilidad, relaciones sociales, resiliencia, perdón, fluidez, saboreo, objetivos, valores y ejercicio físico/mental (“ocuparte de tu cuerpo y de tu alma”).
Un honor y un placer participar hoy en este Foro. Mi agradecimiento a mi buen amigo Carlos Herreros, enorme coach, Presidente de Honor de AECOP como un servidor y al vicerrector Rafael Torres (vicerrector de Estudiantes, Empleabilidad y Emprendimiento de la UC), que tan amablemente me invitó.
Creo en una Universidad libre, ágil y que sirve a la sociedad, y no en una jerarquía férrea que sirva a sus propios intereses (como han demostrado Robinson y Acemoglu, ese tipo de instituciones fracasan antes o después).