He estado viendo en DVD ‘Il Capitale Umano’
(El Capital Humano), de Paolo Virzì. Basada en la novela de Stepehn Amidon,
‘Human Capital’, parte de un accidente de tráfico (el atropello de un ciclista
en navidad) y en cuatro capítulos nos cuenta qué ocurre alrededor de este
suceso. La familia del millonario Giovanni Bernaschi, un gran especulador de
las finanzas, que lidera un fondo que promete un 40% de rentabilidad a sus
inversores. Su mujer, aficionada al teatro porque fue actriz, y su hijo, en un
colegio privado. Supuestamente, el joven Bernaschi sale con Serena, hija de
Dino Ossola, un ambicioso agente inmobiliario cuya empresa está al borde de la
quiebra. Un análisis muy inteligente sobre el capitalismo, la naturaleza humana
y el amor. En 2013 recibió siete premios Donatello, entre ellos el de mejor
película. En Italia se estrenó el pasado 9 de enero, en Portugal en mayo y en
España no tiene fecha confirmada, lo que es una lástima.
El Capital Humano es el cálculo de la
indemnización (en este caso, de un ciclista atropellado) en función de su edad
y esperanza de vida, de las perspectivas de generación de ingresos y del daño
emocional cometido a los familiares. De ahí el título de la película.
Como bien sabes, me encanta conocer la etimología
de las palabras. “Capital” proviene del latín “capitalis”, relativo a la cabeza
(Caput). De ahí términos como “capitán”, “capataz”, “capellán”, “capitolio”,
“capítulo”… que tienen que ver con “los que mandan”, “la cabeza”. El problema
es cuando, como ocurre con las jirafas, la cabeza se distancia demasiado del
resto del cuerpo (como dicen en Makro, hemos de pasar “de jirafas a manada de
lobos”).
“Humano” del latín “Humanus”, a su vez
compuesto de “Humus” (la tierra) y el sufijo “anus” (como villano, pagano,
italiano), que significa “procedencia”. Polvo eres y en polvo te convertirás. En
muchas religiones, como la cristiana o la griega, la creación del hombre se
hace a partir de arcilla. De hecho, en el libro ‘Por qué necesitas un coach’
comentaba que poseemos “mente de arcilla”, ni plenamente rígida (nuestro
cerebro es muy plástico) ni totalmente líquida (no vale todo).
Por cierto, además de sólido, líquido y
gaseoso, en la materia se encuentra un cuarto estado que en física y química se
denomina “plasma”. Es un estado fluido similar al gaseoso, con la
particularidad de que determinada proporción de las partículas está cargada
eléctricamente y por tanto no hay equilibrio electromagnético. El plasma cuenta
con determinadas propiedades que no se dan en los sólidos, líquidos ni en el
estado gaseoso. El plasma asume la forma del contenedor en el que está
encerrado, como el gas, pero a diferencia de éste pueden formar rayos,
filamentos o capas dobles. En definitiva, hay efectos colectivos importantes,
como puede verse en una lámpara de plasma.
Curiosamente, el plasma no es el estado menos
frecuente en el Universo, sino el más frecuente. La mayor parte de la materia
visible en el Universo está en estado de plasma, como el plasma intergaláctico
o las estrellas.
La palabra “plasma” proviene del griego, y
significa “objeto o figura moldeable”. De ahí “plasticidad”, “plastilina”,
“plastificar”. Somos plasma en la medida que somos moldeables, que podemos
evolucionar, cambiar, transformarnos.
Los humanos, obviamente, no somos “recursos”
(un medio para alcanzar un fin), sino “capital” (activos). Las empresas
tayloristas, que todavía abundan, utilizan a las personas como recursos, como
costes a minimizar. Las empresas “Human Age” (las humanistas) cuentan con las
personas como activos, e invierten en ellas.
Debemos recordar que en Economía el concepto
de Capital Humano surgió para tratar de explicar aquella parte del crecimiento
de una empresa o de un país que no depende de los factores clásicos de
producción (la tierra, el trabajo). Fueron Hirofumi Uzaka (1965) y Robert Lucas
(1988) quienes desarrollaron este idea. Este diferencial puede ser hasta del
90%. Por ello, como sabes la Calidad Directiva es hasta el 60% de la
productividad y la competitividad y la tecnología (el uso apropiado de las
nuevas tecnologías, que también tiene mucho que ver con el capital humano) el
30% restante.
El Premio Nobel de Economía 1992 Gary Becker
(1930 – 2 de mayo de 2014) publicó en la Universidad de Chicago su obra ‘Human
Capital’ en 1964. En los últimos 50 años, ha sido uno de los textos de mayor
relevancia en los estudios económicos del comportamiento humano.
Mi gratitud al director Paolo Virzí por ofrecernos
una película que ayuda a la reflexión y al Dr. Gay Stanley Becker por sus
estudios sobre el Capital Humano.