Disfruté mucho de
la cena-coloquio de la Fundación Gresol (Gresol Empresarial de la Catalunya
Nova) sobre el Talento en el VUCA World. Desde hace dos décadas, la Fundación
Gresol organiza mensualmente encuentros con personalidades de la cultura y de
la empresa (desde Mijail Gorbachov al actual responsable mundial de marketing
de Coca-Cola, Marcos de Quinto, que ha sido mi antecesor en estas
cenas-coloquio), otorga los premios Gaudí-Gresol y se ocupa de que el
empresariado de Tarragona y Reus esté actualizado en los temas de vanguardia.
Mi profundo agradecimiento a Antoni Pont, presidente de honor del Grupo Borges
y alma mater de la Fundación; a Ana Pont, que me presentó con rigor, cariño
personal y, como coach que es, provocando la reflexión y el descubrimiento; y a
las decenas de participantes, miembros de la Fundación Gresol, que hicieron un
hueco en la agenda para cenar juntos y compartir aprendizaje sobre el Talento y
el Liderazgo. La Fundación organiza en el Monasterio de Poblet unas jornadas
sobre la Felicidad a primeros de julio, a las que me invitó cordialmente Antoni
y en las que, con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide, espero
participar en 2015. Me gusta mucho la vitalidad del empresariado tarraconense.
Hablando de
Liderazgo, he estado leyendo esta mañana (en el tren de Camp de Tarragona a
Atocha de las 6,38 h) en las páginas de The New York Times en El País el
artículo ‘Arriesgar la vida para la audiencia’. Emily Steel se refiere a la
proeza de Nik Wallenda el pasado 2 de noviembre. En Chicago, se subió a una
altura de 180 metros y recorrió más de dos manzanas desde la Torre Oeste de
Marina City hasta el edificio corporativo de Leo Burnett. En 6’ 51’’, con una
inclinación de 19 grados, nuevo récord mundial. No contento con esta hazaña,
volvió a la Torre Oeste y, con los ojos vendados, cruzó sobre el alambre a más
de 150 metros de altura en 1’ 17’’. Otro nuevo récord, el de paseo de mayor
altura de estas características. Discovery Channel retransmitió ambos logros
(sin red de seguridad ni arnés) a 220 países y territorios, con una audiencia
en los EE UU de 6’7 M. “Para las televisiones, aumentar la audiencia realmente
se ha convertido en un asunto de vida o muerte”.
“Hay algo realmente
cautivador en ver a la gente llegar al límite”, afirma el productor de la
cadena Howard Swartz. “Hay una parte de necesidad de verlo, otra de riesgo y
otra de temor, peligro e inspiración que son muy atractivas”. Discovery se ha
“curado en salud”, con un retardo de 10’’ y por tanto un falso directo para
ahorrar a los espectadores el mal trago si algo hubiera salido mal. Un
antropólogo especializado en el impacto de la TV en la cultura actual, Grant
McCracken, opina que “emitir algo así bordea lo grotesco”.
Nik Wallenda,
séptima generación de los “Flying Wallendas” (los Wallenda voladores), caminó
sobre las Cataratas del Niágara en 2012. El año pasado, sobre el Cañón del
Colorado (Discovery atrajo a 13 M de espectadores, récord de una retransmisión
en directo de la cadena, más otros 2 M por internet). Y ahora este doble
récord.
Nik, de 35 años, le
dedicó este éxito a sus predecesores, en especial a su abuelo Karl Wallenda,
que en 1978 anduvo por la cuerda floja entre dos edificios en San Juan de
Puerto Rico, debido a una ráfaga de viento perdió el equilibrio y cayó al
vacío. “Para inspirar a otros siento que tengo que ponerme a prueba”, ha
declarado su nieto.
El Factor Wallenda,
esencial en el Liderazgo (donde nos ponemos a prueba un día sí y otro también).
Es el poder de las expectativas, del que me gusta hablar a menudo. Tod@s
conocemos el “efecto Pigmalion”, la profecía autocumplida sobre l@s demás, que
han investigado a fondo Rosenthal y otros, tanto en el aula como en la empresa.
Es menos conocido el “factor Wallenda”, concebido por Warren Bennis, el padre
científico del Liderazgo, fallecido este pasado 31 de julio. Tiempo después del
accidente, Bennis se entrevistó con la viuda de Karl, que le comentó que, desde
su conocieron, su difunto esposo vivía por y para el funambulismo. “El alambre
es la vida”, solía decir Karl Wallenda. Sin embargo, en los tres meses previos
al luctuoso accidente, le comentaba a su mujer los enormes riesgos que tenía lo
que hacía. Se centraba en no caerse (el proceso) en lugar del objetivo. Warren
Bennis y Burt Nanus lo documentaron en su libro ‘Líderes’ (1985). “De lo que
hemos aprendido en nuestras entrevistas con líderes de éxito está claro que
cuando Wallenda focalizó sus energías en no caerse en lugar de ponerlas en
caminar sobre la cuerda (y disfrutar de ello, me permito añadir), estaba
virtualmente destinado a caer”, escribieron. El
“Factor Wallenda” puede resumirse en “Si crees que te vas a caer… te caes”. Pones
el foco en dejar de perder, y te acercas irremisiblemente a la derrota. Tal es
el impacto del pensamiento y la actitud en el comportamiento y en los resultados.
En el mencionado
texto de Bennis y Nanus, se nos habla de cuatro estrategias esenciales del
Liderazgo: La atención a través de la Visión, el sentido a través de la
Comunicación, la confianza a través del Posicionamiento y el desarrollo de un@
mism@ a través de la Consciencia. 30 años después, Silvia Damiano (desde el
NeuroLiderazgo) lo ha reinventado como modelo i4: el/la líder Inspirador/a,
Integrador/a, Intuitiv@ e Imaginativ@. De estas cualidades está hecha la
materia de quienes generar credibilidad, autoridad moral, de quienes poseen el
talento para influir decisivamente en los demás.
No creo que Nik
Wallenda se suba al alambre por encima de los 150 metros, con una inclinación despiadada
e incluso vendado, por la audiencia. Lo hace porque lo necesita, porque lo ha
hecho desde niño, porque es lo que le gusta, le motiva, le moviliza, por raro
que parezca. En esta sociedad del espectáculo, en la que todo puede verse en
tiempo real, además genera morbo y está bien pagado. El día que, como su
abuelo, deje de disfrutar de la acrobacia, más vale que lo deje.