Las 10 reglas de oro del Liderazgo, según los clásicos griegos


Calurosa jornada de viernes entre Madrid y Zaragoza.

He estado leyendo ‘Las 10 reglas de oro del liderazgo. Sabiduría clásica para líderes modernos’, de M. A. Soupios y Panos Mourdoukoutas. De inequívoco origen heleno, los autores son docentes en la Long Island University.
Las 10 reglas en cuestión son las siguientes:
1. “Conócete a ti mism@.” (Tales de Mileto). Tales es uno de los 7 Sabios de Grecia. Nos invita a que conozcamos (conscientemente) nuestros puntos fuertes y oportunidades de mejora. Ese autoconocimiento lo suelen impedir cuatro grandes obstáculos: las distracciones cotidianas, las barreras psicológicas, el hedonismo y la imaginería distorsionada (disonancia cognitiva). El conocimiento es la base de la confianza, sin vanidad ni falso orgullo.
2. “El poder desenmascara a la persona” (Pítaco). Gobernador de Milene, Pítaco era otro de los 7 Sabios. El término “persona” proviene de “máscara” en griego; el poder formal distingue a los auténticos líderes (que sirven a l@s demás) de los pseudolíderes (que se sirven de l@s demás).  
3. “Nutre a la comunidad en el lugar de trabajo” (Platón). El principal discípulo de Sócrates escribe en ‘La Repúlica’ sobre el Estado ideal. Las comunidades las impide el individualismo a ultranza. Para que un equipo funcione, lealtad y compromiso, camaradería, “nosotros” antes que el “yo” y consenso efectivo. “El líder debe tener un cuidado especial para no monopolizar las celebraciones con las que la organización reconoce los logros”.
4. “No malgastes tu energía en cosas que no puedes cambiar” (Aristófanes). En la primavera del 421 a.C., este dramaturgo presentó una comedia titulada ‘Irene’ (Paz). En ella, uno de los protagonistas dice: “Nadie puede hacer que un cangrejo camine derecho”. Descartemos proyectos condenados al fracaso.
5. “Abraza siempre la verdad” (Antístenes). El ateniense Antístenes (450-360 a.C.), discípulo de Gorgias, fue uno de los fundadores de la Escuela Cínica. “La verdad es la savia de una organización bien dirigida”.
6. “Deja que la competición revele el talento” (Hesíodo). El poeta épico de Beocia escribió ‘Teogonía’ y ‘Los trabajos y los días’. El antagonismo es lucha destructiva y revela el egoísmo; la competición (como los Juegos de Olimpia) es tensión constructiva y revela el ingenio y la creatividad de las personas.
7. “Vive de acuerdo a un código superior” (Aristóteles). Mi coach favorito. El sabio de Estagira nos habla en el libro IV de su ‘Ética a Nicómaco’ de la “megalopsuchia”, un alma grande (como el “Mahatma” de la India). Un código de valores superior.
8. “Evalúa siempre la información con ojo crítico” (los escépticos). Sócrates decía que “una vida no examinada no vale la pena vivirla”. Lso escépticos se hicieron con el control de la Academia de Atenas en el III a.C. Dudar (sanamente) es empezar a aprender.
9. “Nunca subestimes el poder de la integridad personal” (Sófocles). Sófocles (496-406 a.C.) fue con Esquilo y Eurípides, uno de los grandes dramaturgos. Escribió 123 obras, de las que 7 han sobrevivido. Entre ellas destaca ‘Edipo Rey’. En el 409 a.C. presentó ‘Filóctetes’, la historia de Neoptólemo (hijo de Aquiles), de rectos principios, y Ulises, que con malas artes y engaños pone en peligro la integridad de Neoptólemo. El mal camino al éxito hace que el fin justifique los medios. 
10. “El carácter es el destino” (Heráclito). Nacido en Éfeso (535-475 a-C.) era famoso por sus frases crípticas y por su “pantha rei” (todo fluye). Esta frase significa que nuestros actos moldean el destino.

Diez frases muy bien escogidas de grandes pensadores y muy útiles para el desarrollo del liderazgo.
¡Ay, los griegos! Hoy en ‘La Vanguardia’ el humanista Luis Racionero, autor de ‘El mediterráneo y los bárbaros del norte’ titula su artículo ‘El mito de los griegos’.
Cuando le preguntaron a Borges, al visitar Atenas, qué efecto le causaba la ciudad contestó: "Aquí empieza Oriente". Borges era ciego, pero olía. En las calles de Atenas huele a cordero como en Beirut, Estambul, o Esmirna. Desde que Constantinopla, luego Bizancio, cayó en poder de los turcos en 1453, Grecia pasó a ser un país de cultura otomana y musulmana, hasta que Byron en 1823 se fue a luchar por su independencia -junto con muchos griegos- y la consiguió, a costa de morir de fiebres palúdicas”.
 Racionero constata que Grecia tiene todavía muchas influencias turcas y de ahí que “sorprenda la celeridad con la que fue admitida en la UE en contraste con las trabas que ponen a Turquía. Sí, la Grecia de Pericles es una de las grandes creaciones de la cultura europea, junto con “el cristianismo y la misión ordenadora de la Iglesia, los bárbaros del norte con su savia vigorosa y su sentido del individualismo y la ciencia semítica de árabes y judíos que entra por Córdoba, Toledo y Palermo para restaurar los conocimientos perdidos y añadir otros nuevos tomados en China, India y el califato de Bagdad”.
Ulises decía: “No te fíes de los griegos, ni cuando te traigan un regalo”. El de ahora, para Luis Racionero, el nuevo “caballo de Troya”, es Pericles. Y añade sobre el país heleno “presenta una estructura económica desequilibrada: agricultura de subsistencia, poca o nula industria, turismo como tabla de salvación”. Y concluye: “Ya que los griegos son tan singulares, ¿por qué no gozan de esa peculiaridad?”.

Gracias, maestro Racionero, por poner las cosas en contexto, y a Mariano Puig Sr. y Emilio Cuatrecasas, por escribir en el mismo diario sendas despedidas a su amigo Leopoldo Rodés Castañé (1935-2015).