La magia de la organización transforma nuestras vidas


Vuelo Ámsterdam-Madrid esta mañana, a las 9’45 h y llegada a España a las 12,30. El domingo lo pasamos paseando, visitando centros comerciales y descansando por la tarde en el hotel. La noche anterior fuimos en barco a disfrutar por los canales del ‘Light Festival’ que celebra su cuarta edición del 28 de noviembre al 17 de enero (www.amsterdamlightfestival.com). De 5 a 10 de la noche, se iluminan una serie de preciosas obras de arte, con el tema común de la Amistad. 20 producciones exclusivas para la ocasión, como el ‘Today I love you’ de Massimo Uberti & Marco Pollice, la ola de luz de Anita Dornheim, ‘My light is your light’ de Alaa Minawi, ‘Historia de dos ciudades’ de Vendel & De Wolf o ‘Strangers in the light’ de Ina Smits y Víctor Engers. Sensacional este proyecto público-privado de la municipalidad con empresas responsables.
         En un VIPS, tras la última sesión de coaching estratégico del 2015 y un día antes de partir hacia Holanda, compré ‘La magia del orden’ de Marie Kondo. 3 M de ejemplares vendidos en Japón y EEUU, tercera edición en castellano en apenas dos meses. Todo un fenómeno editorial, traducido a 24 idiomas.
El método KonMari consiste en ordenar la casa de una vez y sin escusas. Primero desechar y luego colocar. Así nunca volveremos al caos.
“Antes de empezar, visualiza tu destino”. La autora nos propone hacerlo por categorías, empezando por la ropa (desde las camisas y blusas hasta los zapatos, pasando por pantalones y faldas, calcetines y ropa interior, bolsos, accesorios). Tirar todo aquello que no nos haga felices y luego guardar con esmero lo que valoramos. “La organización es un diálogo con un@ mism@”. Cuando colocamos el armario, sin que esté a rebosar, le “damos energía”. No almacenar ropa de otras temporadas.
Después, los libros. Ponerlos todos en el suelo y tocarlos para decidir si se quedan o se van. Solo conservar los del “Salón de la Fama”. Después los papeles y otros (incluyendo los “komono”, los artículos pequeños, y las fotos). “Lo que debemos atesorar no son nuestros recuerdos sino la persona en la que nos hemos convertido gracias a las experiencias del pasado”. Sigue desechando, conforme a la intuición, hasta que tu corazón diga basta.
Un lugar para cada cosa, y agradecimiento a esas prendas y objetos. “Te asombrarán los resultados”. En el almacenamiento, busca la máxima sencillez y no disperses los espacios. Nunca apiles las cosas (solo almacenamiento vertical). Vacía tu bolso (y el maletín o mochila) cada día. Mantén despejados la bañera y el fregadero. Decora tu armario con tus cosas favoritas, aprecia tus posesiones: “el almacenamiento es el acto sagrado de elegir un hogar para tus posesiones”.
Frente al vicio de acumular, ordenar nuestra casa genera magia. “Cuando puse mi casa en orden, descubrí lo que realmente quería hacer”. La organización, en opinión de Marie Kondo (que lleva toda su vida profesional como asesora de este campo) transforma nuestra vida porque eleva nuestra autoconfianza. Al desechar todo lo que no nos inspira alegría, genera desapego y reduce la ansiedad en el futuro (nos invita a “vivir el ahora”). “En esencia, organizar debería ser el acto de restaurar el equilibrio entre las personas, sus posesiones y la casa donde viven”. En la experiencia de Marie, el espacio influye en nuestro cuerpo y aumenta nuestra fortuna (feng shui). Tenemos que identificar lo que es verdaderamente precioso y rodearnos solo de aquello que nos da alegría y nos hace felices. “La verdadera vida comienza después de poner tu casa en orden”.
Un libro muy práctico y sumamente interesante. Prometo embarcarme a la tarea a principios de año.
Esto de la energía de las cosas inanimadas me ha recordado la “Holística Pixar” de la que escribí en este blog en agosto de este 2015 (http://jccubeirojc.blogspot.nl/2015/08/holistica-de-pixar-la-teoria-unificada.html) Sea por su propia energía o por la que emitimos nosotr@s hacia ellas, el asunto tiene su miga.
Mi gratitud a Marie Kondo, a los organizadores del precioso ‘Light Festival’ y sobre todo a mi hija Zoe, que me ha proporcionado cinco días maravillosos en Ámsterdam. Había ido muchas veces a esta ciudad, la más liberal del mundo, pero nunca con el espíritu de una niña de 14 años.