Ayer (desayuno con mi amiga Adriana
Kaplan, la mejor entrenadora en la expresión del talento de l@s directiv@s;
almuerzo en El Rocío con buen@s amig@s de Venezuela y España, sobre lo que ya
ha sido y lo que puede ser) y, en la prensa, un artículo del primer ministro
británico David Cameron: ‘Shakespeare vive’ http://elpais.com/elpais/2016/01/04/opinion/1451912760_983057.html
El Sr. Cameron nos recuerda el 400º
aniversario de la muerte del Bardo, que (citando de su obra ‘Julio César’) “se
pasea por el mundo, que le parece estrecho, como un coloso”. Sus personajes y
tramas ejercen una gran influencie en la sociedad actual. Por ejemplo, Nelson
Mandela, modelo de liderazgo, asumía otra frase de la mencionada obra sobre el
emperador romano: “Los cobardes mueren muchas veces antes de su muerte; el
valiente no saborea la muerte sino una vez”.
Sí, “el mundo es un escenario” en la
sociedad del espectáculo, en esta vulgocracia de canallas y quijotes. Por una
parte, lo evidente, las obras que siguen representándose. En Londres, el oscarizado
Benedict Cumberbatch interpreta a Hamlet; en salas de todo el mundo, Michael
Fassbender protagoniza ‘Macbeth’.
Por otra, cintas como el ‘Steve Jobs’
con guión de Aaron Sorkin nos recuerda los diálogos del Bardo. Series como
‘Borgen’, ‘Scandal’ o ‘House of Cards’, que nos presenta a Frank Underwood
(Kevin Spacey) típicamente shakespeariano. ¿Y qué decir de ‘Juego de Tronos’,
inspirada en la Inglaterra de los XI-XV, periodo de guerras civiles, anarquía,
guerra de los Cien Años, guerra de las dos rosas entre los York y los
Lancaster, tiranía de Ricardo III? “El poder reside donde los hombres creen que
reside. Es un truco, una sombra en la pared. Y… un hombre muy pequeño puede
proyectar una sombra muy grande” (Varys).
Y yendo más allá, ¿no son típicamente
shakespearianos la confusión en Cataluña (serían cuatro elecciones autonómicas
en cinco años) o el “Real Florentino” (excelentes los artículos de José Sámano,
Jorge Bustos y Orfeo Suárez sobre este presidente que ha tenido 11 técnicos en
12 años, ganando 7 trofeos sobre los 37 posibles)? Es “el invierno de nuestro
descontento” (Ricardo III, Acto 1º, Escena 1ª).
Uno de los libros de los que me siento
más orgulloso es ‘Shakespeare y el desarrollo del Liderazgo. El misterio de la
naturaleza humana’ (2009). Se trata de una ficción en la que un grupo de altos
directivos se reúnen una vez al mes en distintos paradores para analizar lo que
Shakespeare les puede enseñar, a partir de películas de sus principales obras. Particularmente,
a mí me ayudó mucho a entender las claves del comportamiento de las personas.
El Amor, más que en ‘Romeo y Julieta’
(dos adolescentes ingenuos) está en ‘Marco Antonio y Cleopatra’ (exposición en
Madrid de la fascinante última reina de Egipto). El Liderazgo, en ‘Enrique V’
(“we few, we happy few, we bunch of brothers”). ‘Macbeth’ nos sirve para
comprender los peligros de la ambición desmedida (mucha de la estética y
aparente inocuidad de sus “brujas” está en esas ‘Reinas Magas’ que se han
presentado en la Ciudad del Turia). ‘Otelo’ (con un gran personaje, Yago el
manipulador) son los celos (personales y profesionales). ‘La Tempestad’, la
gestión del cambio. La comunicación en ‘Julio César’. ‘Hamlet’ o la duda
incesante. El bufón Falstaff, con la felicidad como placer (y no como
bienestar). El judío Shylock y su “ojo
por ojo”. ‘Coriolano’ y la meritocracia; ‘Tito’ y la venganza; ‘El Rey Lear’ y
la sucesión. El alegre “joie de vivre” en ‘El sueño de una noche de verano’ y
‘Trabajos de amor perdidos’ (con la paciencia en el amor). Y el gran tema shakespeariano, casi
omnipresente en dramas y comedias. la traición. La que sufren o pueden sufrir
en los distintos partidos políticos estos días.
Si hay alguna gran diferencia entre la
época que Shakespeare (para mí, Francis Bacon y su academia) vivió y la actual
es el tratamiento de las mujeres: Ofelia, Lady Macbeth, Desdémona, Julieta,
Cleopatra, Gertrudis… Hoy el Liderazgo Femenino es otra cosa, afortunadamente. “Allí
donde el agua alcanza su mayor profundidad, se mantiene más en calma”.
Tres reflexiones finales con frases del Bardo. La
primera, obvia. “Se consigue más con una sonrisa que con una espada”. La segunda,
una aristotélica apelación a la valentía (areté o virtud que es el término
medio entre cobardía y temeridad): “Nuestras dudas son traidoras, porque nos
hacen perder, aquello que pudimos ganar, por miedo a intentarlo”.
Y en este día de Reyes, pido para ti
que en 2016, tan VUCA, tan inquietante, puedas expresar tu grandeza. “No temáis
a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la
grandeza le es impuesta y a otros la grandeza les queda grande”.