La "resureccion" ´de Drew Barrymore y la educación de Alejandro Magno



Anoche, tras llegar de Girona y la sesión de entrenamiento con Irma Valderrábano, estuve viendo el tercer episodio de la sexta temporada de ‘Scandal’ (el más shakespeariano de la serie, con una fabulosa interpretación de Jeff Perry en el papel de Cyrus Beene) y el tercero de la primera de la serie alemana ‘Einstein’.
Esta mañana, he tenido el honor de impartir ‘Talentismo para emprendedores’ en el Máster para emprendedores (edición nº 14) que dirige Sergio Fernández. Mi gratitud a Laura, la delegada del Máster, y a tod@s l@s participantes del mismo. Lo he pasado estupendamente con vosotr@s.
De la revista Club de Renfe, el artículo de portada: ‘Drew Barrymore. Así resucita una estrella’. Esta actriz de cine y televisión, modelo y productora nacida el 22 de febrero de 1975, me cae especialmente bien. Hija del gran actor de los años 30 John Barrymore (suya es la frase “uno es viejo cuando sus añoranzas superan a sus sueños”), saltó a la fama a los 7 años con E. T., película de su padrino Steven Spielberg. Tras una infancia y juventud marcada por el alcohol y las drogas, publicó su autobiografía (‘La pequeña niña perdida’) en 1990. Se rehabilitó en dos ocasiones. Tuvo éxito en la transición a actriz adulta, y montó su productora, Flower Films, con su socia Nancy Juvonen en 1995. De la segunda mitad de los 90 son sus películas ‘Batman forever’, ‘Scream’, ‘Mad love’ y ‘Todos dicen I love you’ de Woody Allen. Del 2000 es ‘Los Ángeles de Charlie’ y la secuela, de 2003. Se ha casado tres veces (tres divorcios) y tiene dos hijos. Si bien ha participado en 70 películas, parecía que estaba en el dique seco. Sin embargo, ha producido películas como ‘Mejor, solteras’ y series (‘Blooms’ o ‘Rattle’, un reality sobre la paternidad). Posee una bodega y une empresa de cosmética, y ha publicado un segundo libro de memorias, ‘Flor Salvaje’ (2015). Como productora y actriz, vuelve a estar de moda con la serie ‘Santa Clarita Diet’, en Netflix. Una comedia negra en la que interpreta a Sheila, una agente inmobiliaria que fallece y resucita, para sorpresa de Joel, su marido. El mantra de la serie es: “Para rejuvenecer, para tener más energía, para sentirte sexy, ¡Cómete a quien quieras!”. Una liberación, acostumbrada como estaba a comedias románticas (‘Tú la letra y yo la música’, con Hugh Grant). En la entrevista, Drew Barrymore aclara que “proliferan las películas con efectos especiales, pero a mí me gustan las historias reales”. Como el ave Fénix, ha superado el lado oscuro.
También me ha gustado el reportaje sobre Valencia, ‘La ciudad que despierta’, con nueva vida a edificios icónicos (Veles i Vents, Bombas Gens), una gastronomía audaz (Lienzo, Macel.lu, Saití, Sucede, Dos Estaciones, Nozomi, Doña Petrona, el Bouet), emprendedores como Salvador y Lucas Zaragosí (Onexizone, línea de complementos basados en la proporción áurea), el Museu Faller como referencia y un homenaje al arroz (Askua, Casa Roberto). El próximo 13, gracias a Argimiro como anfitrión, estaré disfrutando DM de la Mascletá y quién sabe si asistiendo por la tarde al Congreso de AECOP.

    National Geographic Historia ha publicado una edición especial sobre ‘Alejandro Magno. Rey, Conquistador y Dios’. Hijo de Filipo II, caudillo de Macedonia, recibió entrenamiento militar y formación helenística. Cuando Alejandro tenía 13 años, su padre contrató como preceptor a Aristóteles (por entonces, con 30 años) en el año 343 a.C. Aristóteles (el mejor coach de la historia) y el joven Alejandro (que a los 19 años había conquistado el 90% de la tierra conocida). Combatió y venció al Imperio Persa en famosas batallas y llegó hasta la India.

Con motivo de la aparición de la tumba de Aristóteles el año pasado, César Cervera publicó el artículo ‘Aristóteles, el filosofo que creó a Alejandro Magno para vengarse de los griegos’:
El reino de Macedonia, donde nació Alejandro Magno, era considerado en la Antigüedad un territorio de bárbaros y extranjeros. Atenas, Esparta, Tebas y otras ciudades estado helenas se negaban a aceptar que lo que hoy forma parte de la Grecia histórica estuviera habitado por compatriotas. Nacido en Estagira (Península de Calcídica), al este de Macedonia, Aristóteles sufrió parte de esos mismos recelos y, de cara a la historia, educó al hombre llamado a someter toda Grecia y lanzarse al corazón de Asia: Alejandro Magno.
La semana pasada se anunció el posible hallazgo de la tumba de Aristóteles en Estagira, precisamente en la localidad donde tuvo lugar el nacimiento del filósofo. La península de Calcídica, a menos de dos horas de Tesalónica, era parte del reino de Macedonia hace 24 siglos. El lugar, muy cerca de la acrópolis y con vistas sobre la bahía, tenía un altar para sacrificios, y una arquitectura que revela su importancia. No en vano, su valor histórico deriva de haber sido la cuna de uno de los tres grandes filósofos griegos de la Antigüedad y genio dedicado a múltiples campos. Aristóteles está considerado el primer investigador científico en el sentido moderno de la palabra.
Más allá de su obra, Aristóteles es recordado por su vinculación con los reyes de Macedonia. Su padre, Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III, padre de Filipo II de Macedonia, y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. De hecho, Aristóteles fue iniciado de niño en los secretos de la medicina, pero su carrera se encaminó pronto hacia la filosofía. Con 17 años, el joven fue enviado a Atenas para estudiar en la Academia de Platón.
No está claro cuánto de próxima fue la relación entre Platón (discípulo, a su vez, de Sócrates) y Aristóteles, así como no lo están las razones por las que a la muerte del maestro su alumno más aventajado no heredó la dirección de la Academia de Atenas. La leyenda ha querido ver en la decisión de Platón de poner a su sobrino, Espeusipo, al frente de la Academia una humillación hacia Aristóteles y una muestra de cierta aversión entre ambos.
Tutor del hijo de Filipo II de Macedonia
En verdad, la condición de macedonio invalidaba legalmente a Aristóteles para hacerse cargo del puesto, al igual que provocaba el desdén de muchos griegos hacia Filipo II a pesar de su potencia militar. Su historia es la de un rey que convirtió un empobrecido reino –despreciado por Atenas y Esparta– en la gran potencia hegemónica de toda Grecia. Tras pasarse varios años de su infancia como rehén en Tebas, Filipo regresó a casa con la idea de comenzar una reforma militar de los ejércitos macedonios que, partiendo de la tradicional falange griega, añadiera nuevos elementos tácticos para darle más flexibilidad y poder someter a las grandes ciudades griegas.
Con las principales ciudades estado griegas sometidas y Atenas ofreciendo una alianza favorable a Macedonia, Filipo se dirigió contra Esparta, que prefirió conceder a Filipo II la paz sin presentar batalla. En medio de su vorágine conquistadora, el Rey macedonio decidió casarse en el 357 a. C. con la princesa Olimpia de Epiro (nombre que asumiría años después), hija del Rey de Molosia, una región al noroeste de la actual Grecia. Ella sería la madre de Alejandro y de Cleopatra de Macedonia
En 343 a. C, Filipo convocó a Aristóteles para que fuera tutor de su hijo de 13 años. Casi como si fuera una venganza contra los griegos «de pura cepa» que impidieron su nombramiento como director de la Academia de Atenas, Aristóteles dio forma al carácter del hombre llamado a concluir el trabajo de su padre y a atar la voluntad griega bajo un nudo bárbaro, esto es, macedonio.
Aristóteles, «de piernas delgadas y ojos pequeños», aceptó la invitación de Filipo II de Macedonia y se encargó de la educación de Alejandro durante varios años. En opinión de un poeta francés medieval: «Le enseñó a escribir griego, hebreo, babilonio y latín. Le enseñó la naturaleza del mar y de los vientos; le explicó el recorrido de las estrellas, las revoluciones del firmamento y la duración del mundo. Le enseñó justicia y retórica, y le previno contra las mujeres libertinas». No en vano, en realidad se sabe poco de su estancia en Macedonia y las obras del filósofo apenas hacen referencia a Alejandro. Como tampoco se advierte su influencia sobre el terreno político. Años después, mientras Aristóteles seguía predicando la superioridad de la ciudad-estado, su presunto discípulo establecía las bases de un imperio universal. El más grande conocido hasta entonces.
Alejandro, el Hegemon de toda Grecia
En términos de la leyenda, Aristóteles enseñó a Alejandro a pensar como un griego pero a luchar como un «bárbaro», lo que, al menos al principio, le valió para someter Grecia. Antes de lanzarse a la conquista del Imperio persa, Alejandro volvió sobre los pasos de su padre para atravesar Tesalia, destruir Tebas y obligar a Atenas a reconocer su supremacía haciéndose nombrar Hegemon, título que lo situó como gobernante de toda Grecia.
Por su parte, Aristóteles aprovechó la pequeña fortuna que Filipo le pagó por instruir a su hijo y siguió con sus investigaciones y trabajos durante el resto de su vida. Además de dinero –según relata Diógenes Laercio– el filósofo reclamó al monarca «que restaurase su patria» destruida años antes por los ejércitos macedonios. En el año 340 a. C, Estagira recuperó su forma y comenzaron a regresar sus antiguos habitantes.
En el 336 a. C, sin embargo, Alejandro hizo ejecutar a un sobrino de Aristóteles, Calístenes de Olinto, a quien acusaba de traidor. Dado que las ejecuciones macedonias solían extenderse a los familiares, Aristóteles se refugió un año en sus propiedades de Estagira, trasladándose en el 334 a Atenas para fundar, siempre en compañía de su fiel Teofrasto, el Liceo, una institución pedagógica que durante años compitió con la Academia platónica.
A la muerte de Alejandro, en el 323, se extendió en Atenas un brote de odio contra los macedonios instigado por el orador Demóstenes. A pesar de su reputación como filósofo, el macedonio fue llevado a los tribunales atenienses acusado de impiedad contra los dioses. Temiendo acabar igual que Sócrates, Aristóteles huyó a la vecina isla de Eubea y allí murió un año más tarde de muerte natural. Sería en esta isla donde los habitantes de Estagira fueron a buscar sus cenizas. Como agradecimiento por salvar la ciudad, sus compatriotas enterraron a Aristóteles en su tierra natal y lo honraron como un héroe, salvador, legislador y refundador de su ciudad.

La canción de hoy es ‘No me crees’, de Efecto Mariposa con Javier Ojeda: www.youtube.com/watch?v=X8as6jM-rGY