De
Santander a Madrid (avión de las 7,30) y en AVE de Madrid a Alicante (coaching
estratégico) para terminar en Murcia con Dirección Humana, la asociación de
DRHs de la región. Ayer disfruté mucho en CEMIDE hablando de Liderazgo
Innovador (es un honor que hayan contado con un servidor para su ciclo 2017, en
el que también estarán José María Gay de Liébana y Daniel Lacalle). Y después,
cenita-picoteo en ‘Días de Sur’, el espléndido restaurante de Carlos y Lucía
Zamora, los propietarios de De Luz en Santander y La Vaquería en Madrid, entre
otros, con autoridades univeristarias (de la Universidad de Cantabria y la
Europea del Atlántico) y de CEMIDE. Mi gratitud a Ana, Pilar, Silvia, Pablo y
Miguel Ángel por una cena sumamente agradable, y a las decenas de personas que
acudieron a la conferencia en el Hotel Bahía.
En
Barajas, ayer me encontré con el nuevo libro de Anders Ericsson, ‘Peak’, que en
castellano se ha traducido por ‘Número Uno. Secretos para ser el mejor en lo
que nos propongamos’, de Anders Ericcson. Como sabes, el profesor Ericsson es
el padre intelectual de las “10.000 horas”, popularizado por Malcolm Gladwell.
El tiempo y esfuerzo necesarios para destacar en cualquier disciplina.
El
prólogo de José Antonio Marina ya es suficiente para valorar este texto. JAM
nos habla de que (como buen detective del talento) lleva años siguiéndole la
pista a Anders Ericsson. Por ello le presenta “como se presenta a un viejo
amigo”, como a un científico optimista, pero riguroso. Nos ha enseñado que el
talento no es una cualidad innata, sino aprendida. “No hay genialidad sin
esfuerzo”. Sus investigaciones demuestran que
lo que permite alcanzar la maestría (el expertise) es la práctica
deliberada. La distinción de l@s mejores es “una peculiar organización de la
memoria”: reconocimiento de patrones. El talento está en la acción. José
Antonio insiste certero: el talento está al final (de la educación) y no al
principio. En esta “era del aprendizaje”, es una sensata utopía que a sus
seguidores nos ilusiona. ¡Bravo, Maestro!
Anders
Ericsson (y el periodista científico Robert Pool, con quien escribe el libro)
comienzan con fuerza, con el “caso Mozart” y su “oído absoluto”, “oído
perfecto”, capaz de detectar cada nota. Lo tenían Brahms y Frank Sinatra; no lo
tenían ni Stravinsky ni Miles Davis. ¿Innato? En absoluto. Se adquiere con
formación musical anterior a los 5 años, como ha demostrado la psicóloga Ayako
Sakakibara de la escuela de música
Ishikonai de Tokio en 2014. Mozart padre elaboró el primer manual para la
educación musical de los niños, trabajó con su hija Ana (Nannerl) y después con
Amadeus desde los 4 años. “El don no es el oído absoluto, sino la capacidad de
desarrollarlo”. Lo llamamos Learnability (Aprendibility). El cerebro es
adaptable, flexible, maravilloso.
Después
de 30 años de experiencia, a Anders no le cabe la más mínima duda de que la
práctica deliberada es el patrón de referencia del talento. Desde que trabajó
en la Carnegie Mellon ayudando a estudiantes a memorizar dígitos, se percató de
que la memoria a corto plazo posee limitaciones, pero la memoria a largo no.
Con 200 sesiones de entrenamiento, su pupilo Steve llegó a 82 dígitos. Los
“ejecutantes extraordinarios” (peak performers) no aprenden de forma
convencional (práctica ingenua), sino que aplican la práctica intencional. Más
centrada y reflexiva, con objetivos bien definidos. “La clave es tomar el
objetivo general, mejorar y convertirlo en algo concreto para poder trabajar en
una expectativa realista de mejora”. A l@s coaches esto nos suena. La práctica
intencional necesita salir de la zona de confort para progresar (AE pone el
autor de Benjamin Franklin, que nunca destacó como ajedrecista porque no lo
hizo así). No es esforzarse más, sino de manera distinta. Con un/a
entrenador/a, por supuesto. Entre otras cosas, porque ayuda a mantener el nivel
de motivación.
Se
sabe que el cerebro de los taxistas londinenses se ha modificado por la
práctica deliberada (Eleanor Maguire, University College de Londres, 2011),
aumentando un 30% el hipocampo. Nuestro cerebro cambia con el entrenamiento
intenso. Lo que ocurre en el cuerpo con la gimnasia o el Pilates, ocurre en la
mente con el entrenamiento. La tendencia a la homeostasis (estabilidad) podemos
desafiarla. Cuanto mayor es el reto, mayores son los cambios… hasta un punto
que no sea excesivo. “Creamos nuestro propio potencial”.
Los
maestros de ajedrez, capaces de jugar a ciegas, poseen “representaciones
mentales” de la partidas. Bill Chase y Herb Simon llamaron a estos patrones
“trozos” (chunks) y se retienen en la memoria a largo plazo. Los maestros de
ajedrez cuentan con más de 50.000 trozos. La práctica deliberada nos permite
tener representaciones mentales cada vez más eficientes. No hay destrezas
(skills) generales, sino particulares. Paul Ward y Mark Williams demostraron,
por ejemplo, que es precisamente la marca de los grandes futbolistas: predecir
lo que va a suceder en el campo. Es “dar sentido a la información” y encontrar
una respuesta. Como los mejores cirujanos, que visualizan la operación antes de
la primera incisión. Anders y Robert ponen como caso la propia elaboración de
este libro (qué queremos contar y cómo hacerlo). Además la relación entre
expertise y representaciones mentales forma un círculo virtuoso (Marina lo
llamó en su día “bucle prodigioso”). El bosque y los árboles, los árboles y el
bosque.
Patrón
de referencia: Anders Ericsson cuenta que en otoño de 1987 fue invitado al
Instituto Max Planck de Desarrollo Humano de Berlín. Allí empezó su
investigación con violinistas en la Universidad de las Artes de la capital
alemana. Lo que diferenciaba a los estudiantes de violín excepcionales de los
buenos era, de media, un esfuerzo extra de 7.410 horas en solitario. La
dedicación es la clave.
La
práctica deliberada se define como un conjunto de técnicas eficaces (ya
demostradas), saliendo de la zona de confort, con objetivos definidos y
concretos, plena atención (por eso es “deliberada”), con feedback, que anima a
generar representaciones mentales, para mejorar continuamente destrezas. “La
regla de las 10.000 horas no es realmente una regla”: depende de la disciplina,
si bien el número es mágico y atractivo. La moraleja es el poder del esfuerzo
continuado.
En el
trabajo, la práctica deliberada derriba tres mitos: el talento genético (no es
innato), simplemente el tiempo (repetir no es necesariamente ganar experiencia)
y el esforzarse por esforzarse (hay que hacerlo bien). Sin el enfoque correcto,
las personas no mejoran. El Dr. Ericsson nos propone el enfoque “Top Gun” del
aprendizaje: fuego real. “Lo esencial es lo que un@ es capaz de hacer, no lo
que sabe”. Como médico, asistir a cursos y seminarios sin practicar no te hace
mejor profesional.
Principios
de la práctica deliberada en la vida cotidiana:
-
Busca un/a buen/a coach. Cercano y exigente, con sabiduría y experiencia (ha
recordado que precisamente Marina propone llamar a los profesores
“entrenadores”).
-
Compromiso: si divagamos y nos relajamos, no lo conseguiremos. La atención y la
concentración son esenciales.
- Si no tienes coach, traza un plan y aprende de
los demás.
-
Supera el estancamiento (aquí también el/la coach ayuda). Hay que mantener la
motivación, porque la práctica deliberada es un trabajo arduo. Anders prefiere
a “fuerza de voluntad” (que se admira a posterior), el término “motivación”:
debilitar los motivos para abandonar. “Si seguimos practicando, con el tiempo
nos parecerá más fácil”. La fe es importante. Benjamin Franklin tenía un club,
“el Junto”, en el que se apoyaban unos a otros.
En
definitiva, un sueño y un camino para lograrlo. Anders Ericsson pone el ejemplo
de Laslzo Polgar y sus tres hijas ajedrecistas. ¿Pautas? Empezaron de niñas,
como un juego. Tras mostrar interés, un entrenador (primero, experto en niños;
luego, cada vez mejor). Compromiso, sobre todo durante la adolescencia
(entrenar a un tenista de élite cuesta unos 32.500 $ anuales, según Money 2014).
Hasta que superen a sus educadores.
Entonces,
¿el talento natural? No hay atajos. El talento innato es una creencia arraigada
(del capitalismo, de la ética calvinista, me atrevo a añadir). Ericsson analiza
los ejemplos de Paganini, de la leyenda de Mozart, del saltador Donald Thomas,
de ajedrecistas… siempre es cuestión de práctica (deliberada). “Nadie ha
conseguido identificar a gente con un talento innato”. De hecho, hay un lado
oscuro, como es evidente.
¿Y
ahora qué? es el capítulo final del libro. Se abre un enorme campo de
posibilidades con la promesa de la práctica deliberada, en la educación, en el
deporte, en la empresa. Del “Homo sapiens” (y “homo ludens”), al “Homo
exercens”. Ericsson menciona, claro está, a Csikzentmihalyi y la Fluidez. Es
“el poder que nos otorga tomar las riendas de nuestro futuro”.
Nos
hacía falta un libro como éste a quienes amamos el Talento y el Coaching.
Gracias a los autores y al prologuista por esta obra tan importante.