Viernes estupendo de proyectos comerciales con mi compañera y amiga
Julia y de entrevista de coaching con uno de los Directores Generales de las
empresas clientes que más admiro. Mi agradecimiento a Julia y a Manuel por la
iniciativa y por el disfrute de esta mañana.
Como bien sabes, me interesa mucho el tema de la felicidad (para lo
que estamos destinados como seres humanos, según mi coach favorito, Aristóteles
de Estagira). Suele decirse que “el dinero no da la felicidad”; un viejo
proverbio dice “el dinero no da la felicidad, la compra hecha” y Woody Allen
tiene escrito: “el dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan
parecida que se necesita un auténtico especialista para verificar la
diferencia”.
Hay argumentos muy sólidos para desconectar la felicidad del dinero,
como son:
- en los barómetros de felicidad (de 22 países, entre ellos España),
las personas creen que más importante que el dinero es la relación con amigos y
familiares (40% de las repuestas) frente al 8% de los bienes materiales. La
felicidad es experiencia, es relación, y no consumismo (así, en el 90% de los
países, por lo que se trata de una creencia universal).
- más importante para la felicidad que el dinero es la relación con el
trabajo/empleo (nuestro país sale mal parado en este concepto, con una mayoría
de empleados desmotivados). En España, mucha gente “se gana la vida” más que
emplea su talento. Sin embargo, somos el país de la calidad de vida (un 86% de
nuestros compatriotas se declara satisfechos; un 13’5% instisfechos). La
combinación es letal: personas que vuelven de las vacaciones y calculan
inmediatamente cuándo es el próximo puente.
Mi amigo Álex Rovira, mentor del Human Age Institute, nos ha enseñado
que las personas felices cultivan redes sólidas de relación (la amistad es una
areté, una forma de virtud, decía Aristóteles), sienten que son responsables de
lo que les pasa en la vida, comparten más abiertamente sus emociones y expresan
sus estados de ánimo, se declaran optimistas “inteligentes” (no ingenuos),
realizan un trabajo que les supone satisfacción personal, incluso se dedican al
voluntariado (oxitocina). “Se ha visto que variables como la edad, la clase
social, los ingresos, el cociente intelectual, y la
educación no parecen tener mucha influencia en la felicidad de la gente. Es
decir, que la felicidad no parece reservarse a un segmento concreto de la
población”. Álex ha comprobado que a las personas con “un golpe de suerte” (que
les ha tocado la lotería, por ejemplo) vieron cómo el dinero se esfumaba a gran
velocidad (3-7 años) y entretanto sufrían crisis de relación con personas
cercanas. Sólo una minoría “sobrevivía” al golpe supuestamente de suerte (‘El
precio de la Felicidad’, El País, 2005: https://elpais.com/diario/2005/10/23/eps/1130048816_850215.html).
Hoy mismo, el Dr.
Ronald Reggio, experto en Liderazgo, compartía la investigación de Gallup con
el premio Nobel de Economía Daniel Kahneman sobre dinero y felicidad: la
felicidad se eleva a medida que los ingresos lo hacen… hasta un punto, que hoy
sería de 100.000 euros. A partir de ese nivel de renta (en España, de 20
millones de declaraciones del IRPF, sólo 250.000, el 1’25%, declaran más de esa
cantidad), la felicidad no mejora, pero la satisfacción con la vida sí, sigue
incrementándose.
¿Qué quiere decir
esto? Que hay un componente “cognitivo” (racional, intelectual) de la
felicidad, y un componente emocional, la satisfacción vital, el bienestar.
Tener dinero para “comprar cosas” no aporta felicidad; para vivir experiencias
gratificantes, sí (Matz, Gladstone & Stillwell: El dinero da la felicidad
cuando la inversión encaja en nuestra personalidad, 2016). Esta distinción cognitiva-emocional
es coherente con el concepto de Raimón Samsó de dinero como “libertad
financiera”. Si con el dinero compras cosas, no hay más felicidad; si compras tiempo,
sí. Más tiempo libre, hacer viajes, vivir experiencias nos hace más felices. El
consumismo, no. Vaya, también la relación entre el dinero y la felicidad es cuestión de Talento.
Al fin y al cabo,
no hay mejor definición de felicidad que la de mi coach favorito, Aristóteles
de Estagira, que convirtió a Álex, un chaval de 13 años, en el emperador
Alejandro Magno: “la Felicidad es la experiencia global de placer y
significado”. El dinero puede ayudar, incluso con un golpe de suerte, si
tenemos la sensatez de distinguir las experiencias (con sentido, placenteras)
del consumismo como ansiedad.
Etiquetas: Álex Rovira, Aristóteles., Dinero, felicidad, Talento